El abierto y notorio desarrollo de la crisis general del sistema capitalista que parece no tocar fondo aún, se ha hecho ya tan evidente manifestándose en todas las expresiones de la vida cotidiana de la gente que ya nadie trata, ni siquiera de ocultarlo. Quienes optan por la restauración del sistema, y acaso, aspiran algunas reformas al mismo acuden a métodos, positivistas, metafísicos y otras formas netamente idealistas de pensar para decir que esta crisis es producto de la irresponsabilidad de algunos inescrupulosos, ambiciosos, inmoderados y desmedidos, que se equivocaron en una u otra rama de producción, por eso la crisis de los alimentos, o el estallido de la burbuja hipotecaria o la crisis financiera, y agregan además que son crisis habituales las cuales se superan. Con estas explicaciones unilaterales insinúan dos cosas: una, tratan de hacer creer que el capitalismo cuenta con una especie de perfección que le permite corregir esos errores. Y dos, pretenden ocultar la lógica mercantilista y con ello la imperante anarquía en la producción del modo capitalista. Males estos que representan el génesis de las crisis cíclicas y de la crisis general del capitalismo; de la cual prácticamente desde su primera etapa no ha podido recuperarse totalmente.
Todas estas trampas y falsas explicaciones que con respecto al asuntos hacen economistas e ideólogos de la burguesía, son hoy totalmente desenmascarables gracias a los aportes científicos que revolucionarios como Marx y Engels hicieron para revelar la ley del desarrollo de la historia humana y -como si esto primero fuera poca cosa- la ley que mueve el actual modo de producción capitalista. Aportes a los cuales habría que sumar toda la contribución dirigentes del proletariado de la talla de Lenin y Stalin supieron hacer dándole continuidad y contrastándola con la práctica de la revolución en la época del imperialismo. Constituyendo así la formidable herramienta de lucha del proletariado organizado: el Marxismo-Leninismo, probada hace 93 años en la victoriosa revolución de octubre de 1917 por el partido bolchevique.
La comprobada veracidad del marxismo leninismo nos permite afirmar que la definitiva salida a las crisis del capitalismo la encontraremos solo en la revolución socialista, la instauración de la dictadura del proletariado, y con ello la centralización y planificación de la economía con arreglo a las necesidades de la sociedad como forma de acabar con la anarquía en la producción.
Ahora bien, el Marxismo-Leninismo no permite tan solo hacer algunas afirmaciones, este brinda la posibilidad real de educar y, sobre todo, organizar políticamente a la clase del proletariado, sus fuerzas y aliados.
Bajo la luz de su orientación podemos crear y elevar la conciencia de clase entre los revolucionarios en las condiciones propias de la sociedad burguesa, preparar verdaderos destacamentos de obreros y campesinos, mujeres y jóvenes revolucionarios para librar la lucha en todo terreno donde transite el enemigo, incluyendo el asunto militar y la utilización de la violencia como partera de la nueva sociedad. Y aquí hacemos un paréntesis para levantar en alto el ejemplo de hombres valientes y consecuentes como el comandante Jorge Briseño “el mono jojoy” quien junto a todo un ejército de combatientes revolucionarios organizados en las FARC-EP luchó tenazmente contra el capitalismo en su país hasta el momento que fuerzas serviles al imperialismo yanqui lo acecinan salvajemente el 23 de septiembre de 2010.
Insistimos entonces en lo fundamental de la organización para el accionar revolucionario, afirmaremos que la conciencia por si sola es insuficiente, para las transformaciones de la realidad material y recordamos las siguientes palabras de C. Marx: “una vez comenzada la insurrección, hay que obrar con la mayor decisión y pasar a la ofensiva. La defensiva es la muerte de toda insurrección armada… hay que sorprender al adversario mientras sus fuerzas estén aun dispersas; hay que conseguir nuevos éxitos, aunque sean pequeños, pero a diario; hay que mantener la superioridad moral que brinda el primer movimiento eficaz de los insurrectos; hay que atraerse a los elementos vacilantes que siguen siempre a la parte mas fuerte y que siempre buscan el lado más seguro; hay que obligar al enemigo a retroceder, ante que pueda reunir sus fuerzas.”
Julio Morales
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