Por ahora el continente americano se encuentra fuera de la confrontación armada entre Estados, porque hay que aclarar que sí hay guerras, pero en los actuales momentos las libra el movimiento popular revolucionario, como en los casos de Colombia, con la dignidad y heroísmo del ELN; algunos restos de las FARC y otros grupos que en ese y otros países trabajan por reorganizar sus fuerzas y sumarse al combate para superar las traiciones, debilidades ideológicas y derrotas militares.
En otros países también es obligatorio combatir para frenar las fuerzas del fascismo que avanzan aceleradamente tratando de impedir la reorganización del movimiento popular revolucionario, neutralizado a sus dirigentes y fuerzas de masas, usando la amenaza directa del Imperialismo y sus lacayos regionales, que cada día quedan más claramente expuestos. Ante esa amenaza, muchos otros pueblos nos organizamos y preparamos para los duros tiempos de combate que sin duda alguna se aproximan.
Las elecciones del 28 de julio en Venezuela han marcado un punto de inflexión, y amenazan con rebasar la medida, mediante un cambio de cualidad, que puede permitir, si es bien interpretado y transformado, avanzar en el camino de la lucha frontal como única vía para recomponer las fuerzas populares y dar un mayor carácter de pueblo al proceso revolucionario venezolano que ha entrado, definitivamente, en un nuevo período, que habrá de ser caracterizado objetivamente, para ajustar la táctica y preparar las próximas formas de lucha. Para perfeccionar la política de apoyo crítico con exigencias y aumentar la participación, realizando las críticas y autocríticas adecuadas, junto a las exigencias necesarias al momento, para definir las nuevas expresiones de apoyo mediante el Frente Popular.
En este momento histórico, en el cual, con la unidad de las fuerzas populares, lograremos derrotar la ofensiva fascista en curso, que para algunos recuerda el inicio de la ofensiva de las hordas fascistas durante el Maidan, no queda más opción que construir las más amplias alianzas nacionales e internacionales para derrotar el plan fascista del bloque imperialista EE.UU.-U.E., saliendo a la calle y construyendo las formas operativas adecuadas, en una gran alianza de defensa de la soberanía nacional, construyendo el Frente Popular cívico militar, para pronunciarse en defensa del pueblo, generando, cómo hicimos después de 1992, en 2002 y otros momentos difíciles, demostraciones de la fuerza del pueblo movilizado contra su enemigo de clase, pasando, con la política de apoyo crítico con exigencias, a dar una lección de acción revolucionaria que pueda permitir aplastar a los fascistas con un gran triunfo de masas, que después del éxito popular no podrá volver a la vía de la conciliación típica de las direcciones pequeño burguesas y del idealismo que cree en la burguesía, a la que tiene el descaro de llamar "revolucionaria", podrá asumir un papel de vanguardia en la sociedad capitalista, cuando hoy los verdaderos revolucionarios son la clase obrera, los campesinos y comuneros revolucionarios, dispuestos a llevar la lucha hasta el final, no la pequeña burguesía oportunista y vacilante, menos aún la burguesía explotadora, egoísta y pro imperialista.
Queremos ratificar en estos complejos pero auspiciosos tiempos de combate, que si de algo sirve la democracia burguesa y las elecciones a los pueblos revolucionarios y especialmente a los marxista leninistas, es para quitar el velo de neutralidad, definir los campos en pugna y agudizar las contradicciones de clase. Eso está ocurriendo en Venezuela: Las elecciones del 28 de julio están siendo el detonador que abre el nuevo período del proceso revolucionario venezolano, período de confrontación abierta entre los explotados y los explotadores, por una parte; entre los dos bloques imperialistas por otra; y entre las potencias imperialistas y un país dependiente que lucha por tomar sus decisiones y avanzar hacia la liberación nacional rumbo al socialismo.