El despertar de la lucha de los pueblos de América Latina y el Caribe requiere de una conducción revolucionaria
América Latina es escenario de una nueva oleada de protesta social. Es la respuesta que los trabajadores, la juventud y los pueblos dan a las ofertas incumplidas, a las políticas antipopulares, a la corrupción campante en las altas esferasde los gobiernos, a la entrega de los recursos naturales al capital extranjero, en fin, a los viejos y nuevos programas económico-políticos que persiguen afirmar la dominación del capital.
La lucha actual rebasa el transitorio estado de disminución del nivel de lucha de los pueblos que se produjo, particularmente, en aquellos países en los que emergieron los denominados gobiernos “progresistas”, que generaron expectativa, esperanza de que las cosas cambien a favor de los trabajadores y los pueblos, pero al cabo de algunos años somos testigos de procesos que los muestran como instrumentos al servicio de unas u otras facciones burguesas y del capital extranjero.
Sin sorpresa alguna, constatamos una suerte de coincidencia política prácticamente entre todos los gobiernos de la región en aspectos claves del manejo económico y político como el ejercicio de medidas tributarias que castigan a las clases trabajadoras con impuestos directos e indirectos, la apuesta al extractivismo como vía para la consecución de recursos económicos, la implementación de reformas en varios ámbitos, como el laboral que persigue legalizar mecanismos de sobre explotación capitalista y afectar el derecho de los trabajadores a la libre organización sindical.
Coinciden también en la implementación de medidas orientadas al control social, a través de reformas judiciales y la aprobación y ejecución de leyes que, a nombre de la seguridad ciudadana, en esencia persiguen la criminalización de la protesta social.
A través de programas de clara orientación neoliberal, en unos casos, y de proyectos “progresistas” que inclusive hablan de revolución y socialismo, en otros, las facciones burguesas en el poder están interesadas en llevar adelante un proceso de modernización capitalista en la región que les permita obtener mayores niveles de acumulación y contar con mejores recursos para intervenir en el mercado capitalista mundial. En este proceso, advertimos la pérdida de espacios políticos por parte del imperialismo norteamericano –que tradicionalmente ha considerado a América Latina y el Caribe como su patio trasero- y constatamos la agresiva penetración de capitales imperialistas chinos. Estamos, pues, en varios países, frente a una suerte de renegociación de la dependencia extranjera.
En medio de una grave crisis económica que sacudió a la economía planetaria, los países de esta región pudieron sortear algunos de sus efectos gracias a los altos precios de las materias primas que aquí se producen, así como también a determinadas políticas tributarias establecidas, que han permitido a la mayoría de gobiernos contar con los recursos económicos suficientes para desarrollar una obra social y material que, en la mente de amplios sectores de la población, han creado la ficción de que efectivamente estamos viviendo tiempos de cambio, provocando el adormecimiento de su espíritu de reclamo y lucha.
Sin embargo esta situación va cambiando. La insatisfacción reprimida y el anhelo de cambio presente en millones de trabajadores, jóvenes, mujeres, campesinos, etc. se hacen presentes y estallan.
Eso nos dice la lucha que en estos días desarrolla la juventud y el pueblo brasileros que en dos semanas puso en las calles a más de 2 millones de personas y conquistó victorias en varios estados. ¡No son 20 centavos lo que anima todo eso combate! El pueblo está harto de la corrupción, de los bajos salarios, de la entrega de los recursos petroleros al capital extranjero; quiere hospitales, fuentes de empleo, escuelas, vivienda digna; rechaza la política de privatizaciones, repudia que se gasten millones de dólares en un Copa del Mundo de la que obtendrán enormes utilidades pequeños grupos locales y varios monopolios extranjeros. La juventud se tomó la calles sobrepasando la represión y el discurso supuestamente conciliador del gobierno y la advertencia de ¡cuidado con protestar porque puede venir el golpe de Estado y la derecha!, con la que se quiso impedir el derecho a la protesta.
Desde hace meses, la juventud chilena lleva adelante una lucha masiva y combativa. Levanta reivindicaciones concretas alrededor de la problemática educativa y choca al mismo tiempo con el gobierno de Sebastián Piñera. Este combate ha motivado a otros sectores sociales a pelear por sus propias reivindicaciones, provocando una situación de crisis política que avizora la pérdida de las fuerzas que ahora están en el gobierno en las próximas elecciones presidenciales.
En Argentina también toma fuerza la lucha de los trabajadores urbanos y agrícolas, de la juventud, de los empleados estatales, de los desempleados.
En varios países, como Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, toman forma y fuerza los combates en contra de las políticas extractivistas, particularmente contra la minería a cielo abierto y a gran escala, que provoca enormes afectaciones a la naturaleza y a los pueblos de esas regiones y son fuente de millonarias utilidades para empresas capitalistas extranjeras. Demandan también mejores condiciones de vida, acceso a la salud, educación, vigencia de los derechos democráticos, condenan la criminalización de la protesta social.
En Centro América las luchas de los campesinos y pobladores de los barrios populares (Honduras), de los jubilados (Nicaragua), de los empleados estatales (Costa Rica), etc. también están presentes.
En República Dominicana destaca la lucha de los docentes por la aplicación del presupuesto estatal para la educación, así como también la movilización popular en contra de empresas extranjeras mineras que se llevan las riquezas del país, y en contra de escandalosa corrupción anidada en los más altos niveles gubernamentales.
El magisterio, la juventud estudiantil, los trabajadores de varias empresas estatales de México han sido protagonistas de importantes acciones de combate en contra del actual como del anterior gobierno, peones de las políticas neoliberales fondomonetaristas.
La lucha política en Venezuela, en la que intervienen amplios contingentes de masas, se manifiesta particularmente en la defensa de las conquistas alcanzadas durante el gobierno de Hugo Chávez, en el enfrentamiento a la derecha que busca poner fin al proceso en curso y en la exigencia de que se tomen medidas sociales y políticas más profundas en beneficio de los trabajadores y el pueblo.
Las acciones de protesta que se producen en América Latina, unidas a las existentes en Europa, en el norte de África y en otros puntos del planeta nos muestran un mundo convulsionado.
En estas circunstancias, los partidos comunistas marxista-leninistas articulamos nuestra política y energías para acumular fuerzas revolucionarias. En muchos de los combates antes descritos hemos estado presentes, jugando nuestro papel; sin embargo, somos conscientes que necesitamos desarrollar mucho más nuestras capacidades para conducir esos combates por el derrotero que lleve al triunfo de la revolución y el socialismo.
Por efecto de una gran ofensiva promovida por el imperialismo, por diversos sectores de derecha, el revisionismo y el oportunismo, los trabajadores y los pueblos revelan una fuerte afectación ideológica, que les lleva a confiar en el discurso y en proyectos que no rebasan el ámbito del reformismo y el democratismo burgués.
Nos proponemos trabajar para revertir esta situación y atraer a las masas hacia la política revolucionaria, a las propuestas estratégicas y a las que frente a la coyuntura presentamos. En ese propósito vamos a incrementar esfuerzos en las acciones propagandísticas y el trabajo de masas.
Seguiremos peleando junto a nuestros pueblos, disputando la conducción política y orientando nuevas y más altas acciones de lucha por sus reivindicaciones materiales y políticas, en contra de la injerencia imperialista y para lograr que jueguen el papel de fuerza revolucionaria fundamental que les encomienda la historia.
Imprimiremos fuerza al movimiento promoviendo la unidad, tanto en el ámbito del movimiento social y popular, como también a nivel de organizaciones políticas de izquierda.
Nuestro compromiso con la revolución y el socialismo nos plantea la necesidad de lograr procesos más rápidos de fortalecimiento y crecimiento de nuestra estructura partidaria. Las circunstancias políticas exigen de nuestras organizaciones mayor destreza para elaborar políticas que sean acogidas por las masas, pero necesitamos también la fuerza suficiente para su materialización. Para eso trabajamos, así refrendaremos la condición de vanguardia revolucionaria.
Los trabajadores y los pueblos de América y el mundo desafían a los gobernantes, buscan el cambio , están luchando por él; los marxista leninistas tenemos la responsabilidad de pelear junto a ellos y conducir a buen puerto esos cambetos, al triunfo de la revolución y el socialismo.
Quito, julio de 2013
Partido Comunista Revolucionario (Brasil)
Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)
Partido Comunista de México (marxista-leninista)
Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador
Partido Comunista Peruano (marxista-leninista)
Partido Comunista del Trabajo – República Dominicana
Partido Comunistas Marxista Leninista de Venezuela