Desde diferentes concepciones se aborda el problema del papel de las masas y de la personalidad en la historia, pero fundamentalmente, dos concepciones opuestas entre sí se enfrentan respecto a este problema, una concepción científica, la materialista, y otra concepción anticientífica, la idealista.
Entre los sociólogos e historiadores burgueses prevalece el punto de vista de que la historia universal es resultado de la acción de grandes hombres, de héroes, caudillos y conquistadores. Estos afirman que la fuerza motriz de la historia son los legisladores, los ideólogos, los monarcas y por el contrario el pueblo explotado constituye sólo una masa pasiva e inerte. Esta teoría idealista que sólo favorece a las clases dominantes, explica la aparición de los estados, de los poderosos imperios, el florecimiento, la decadencia y su colapso, los movimientos sociales y las revoluciones, es decir, todos los acontecimientos importantes de la historia como producto de la acción llevada a cabo por las personalidades descollantes. Los sociólogos de esta tendencia no alcanzan a comprender certeramente la correlación entre la necesidad y la libertad histórica, entre lo necesario y lo fortuito en la historia.
La verdad es que el desarrollo de la historia, con sus cambios y saltos, destacan y ponen a la orden del día nuevas tareas y nuevos retos que estimulan la necesidad social de las fuerzas capaces de acometerlas y resolverlas, estas mismas condiciones históricas de mayor efervescencia hacen que aparezcan los jefes de las clases y los partidos a quienes la historia encomienda la misión de hacer frente.
Por ello el materialismo histórico surge por la imperiosa necesidad de estudiar científicamente la evolución social a través de leyes y teorías que puestas en práctica luchan contra toda concepción idealista que pretenda frenar o desviar importantes procesos en la historia.
La doctrina del materialismo histórico acerca del carácter objetivo de las leyes del desarrollo de la sociedad, del papel determinante del modo de producción y de la lucha de clases como fuerza motriz de la historia de toda sociedad dividida en clase, constituye la base para resolver científicamente el problema de las relaciones mutuas, entre las masas populares, las clases, los partidos, los jefes y el papel respectivo que cada uno de estos elementos desempeña en el desarrollo social.
De ningún modo el materialismo histórico niega el papel de las personalidades en la historia, por el contrario, reconoce la importancia de las grandes personalidades, de trascendentales líderes, avanzados y progresistas; el materialismo histórico tampoco niega que los hombres hacen la historia. El marxismo nos dice que son los hombres quienes hacen la historia, pero no la hacen obedeciendo a fantasías o como se les viene a la cabeza, las hacen en determinadas condiciones históricas dadas.
Así ha sucedido en todas las etapas del desarrollo social. El movimiento de los esclavos en la antigua Roma, allí se destacó la figura grandiosa del jefe de los esclavos insurrectos, Espartaco. En Venezuela el movimiento campesino contó con un importante dirigente Ezequiel Zamora y así también en las revoluciones burguesas y de independencia, como Miranda y Bolívar entre otros.
Al aparecer en la escena de la historia, la clase obrera revolucionaria se fortalece por la acción de dos formidables pensadores, jefes, guías y maestros de la clase obrera internacional Carlos Marx y Federico Engels.
La época del imperialismo y de las revoluciones proletarias hizo aparecer en la palestra histórica la gran personalidad de Lenin y Stalin jefes del proletariado internacional que comprendieron el desarrollo del movimiento histórico de la sociedad capitalista y con acierto trazaron el camino por donde debía transitar la clase obrera, las grandes masas oprimidas y explotadas en su lucha contra el capitalismo y el imperialismo.
Así pues, la garantía para que el partido del proletariado cumpla con su rol histórico es trabajar por una estrecha vinculación ideológica, política y orgánica de la clase obrera y las masas populares, sin lo cual no es posible dotarlas de una conciencia revolucionaria, no es posible incorporarlas a la lucha por el Socialismo. Esto implica trazar y aplicar una correcta línea de masas que, entre otras cosas, significa sintonizarse con sus condiciones sociales de vida, con sus necesidades y aspiraciones; explicar el origen y naturaleza de las mismas; establecer el camino para alcanzarlas y en ese proceso, elevar su conciencia política para encauzar su lucha hacia la toma del poder.
“Son precisamente los hombres quienes hacen la historia, pero sólo en condiciones dadas con que se encuentren y solo en la medida en que comprenden cómo se debe modificarlas” Stalin.
Sonia Díaz
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