lunes, 6 de diciembre de 2010

Editorial, Periódico Acero Revolucionario Nº 6

   La clase obrera se levanta vigorosa enfrentando a la burguesía; los trabajadores de Grecia, España y Francia recorren las calles con sus banderas rojas para decir a los explotadores que está dispuesta a luchar por defender sus derechos. 

   Las actuales luchas que el proletariado libra en países imperialistas, siendo aún luchas reivindicativas, incluso defensivas, ya que solo persiguen frenar la arremetida burguesa producto de la crisis general del capitalismo, van abriendo el camino para la reanimación de la combatividad, tienen un alto significado, al demostrar el espíritu de lucha existente entre las masas trabajadoras. 
   La dirigencia sindical, incluso la reformista, no tiene más alternativa que asumir las luchas, llamar al combate, preparar la huelga, agitar a las masas, así sea por demagogia, ya que la situación económica se vuelve cada vez más difícil y espolea a los trabajadores al reclamo, al combate por sus derechos. Este fenómeno que abre una nueva etapa de luchas, prepara las condiciones para una mayor radicalidad de la clase obrera, para aprender de experiencias del pasado, por lo tanto es necesario comprender el papel que juega el sindicalismo reaccionario al involucrarse en las luchas para mediatizarlas, para no permitir que se exprese con toda su fuerza, y frenar la acción revolucionaria de los trabajadores.

   En Europa, América, África, Asia u Oceanía está presente, de una u otra forma el fenómeno de las luchas, y en cada uno de estos espacios de combate se expresan dos contradicciones muy importantes; de una parte la lucha de los asalariados contra los patronos, es decir la lucha del capital contra el trabajo, y de otro la lucha entre las fuerzas revolucionarias contra los reformistas dentro del movimiento de los trabajadores. 

   La contradicción capital trabajo se expresa de forma clara en cada situación, solo basta definir quién es el dueño, el explotador o su instrumento y quien el asalariado, el explotado, para saber de qué lado nos ubicamos; respaldamos las luchas de la clase obrera por su liberación y la de todos los revolucionarios que combaten contra el imperialismo y el capitalismo, pero una vez arrancan las lucha contra el burgués comienzan a manifestarse diferencias en el bloque de los explotados, estamos los que queremos llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias, darle un carácter político y avanzar hacia el poder, golpeando, no solo a unos capitalistas particulares, sino al sistema de explotación en su conjunto. Por otro lado están quienes solo se plantean lograr algunos beneficios económicos, frenar la ofensiva del enemigo y en caso de triunfo estacionarse allí para disfrutar su “éxito” temporal y efímero, en el marco del capitalismo y las estructuras de su Estado burgués. 

   Este fenómeno de unidad y lucha de contrarios ratifica la validez de las leyes de la dialéctica y debe ser analizado en tal sentido y con las herramientas acertadas: Las leyes y categorías dialécticas, para comprender por qué razón afloran contradicciones dentro del movimiento sindical y de los trabajadores, perteneciendo a una misma clase, y por qué también se expresan contradicciones dentro de un proyecto político, una “tendencia de izquierda” aún cuando en apariencia persigan el mismo objetivo. 

   Cuando se profundiza la crisis general del capitalismo todas las contradicciones se agudizan de forma más o menos prolongada y se hacen evidentes todas las divergencias existentes dentro de una misma tendencia, este fenómeno podemos verlo en la lucha sindical y también en la lucha política; en el caso de las grandes movilizaciones de los trabajadores europeos es visible la posición de quienes no aceptan dar marcha atrás, radicalizan sus posiciones y hasta llegan a plantear un programa revolucionario para salir de la crisis, y por otra parte la de quienes maniobran entre las masas para llegar a un acuerdo con la patronal y el Estado, vendiendo reivindicaciones y beneficios, escudados en la “imposibilidad de mantener todo como antes” en el actual panorama de crisis, son quienes llaman a la clase obrera a la calma, a aceptar el destino de hambre en nombre de la estabilidad, son quienes llevan a los trabajadores al matadero, pidiendo más sacrificios para el proletariado mientras la burguesía preserva sus privilegios, e incluso hace uso de los recursos del estado para mantener sus lujos por medio del llamado salvataje, que no es más que entregar dineros públicos a los capitalistas. Todo esto lo podemos ver claramente si analizamos la posición de los diferentes sindicatos y sus dirigentes en las luchas que se libran en el mundo.

   Este fenómeno también acontece en el terreno meramente político, por ser también terreno de la lucha de clases, allí los partidos burgueses plantean la necesidad de un programa de ajustes que ponga sobre la clase obrera el peso de la crisis: Rebaja de salarios, aumento del tiempo para jubilarse, rebaja de las pensiones, aumento de impuestos, persecución a inmigrantes, despidos baratos, con un permanente llamado a la clase obrera a soportar este robo en nombre de una solidaridad social y estabilidad política, que solo es “solidaridad” obligada del proletariado para con la burguesía al presionarlos a aceptar, por medio del chantaje y la represión una mayor explotación, y estabilidad política para el régimen burgués al intentar frenar las luchas. 

   Los partidos revolucionarios planteamos una línea de acción para enfrentar estas apetencias burguesas, y juntos en el marco de una “tendencia de izquierda” emprendemos luchas y denuncias contra los intentos del imperialismo y la burguesía asociada, pero, siempre él pero, surge la contradicción entre el proyecto reformista pequeño burgués y el proyecto revolucionario del proletariado, el primero se plantea como programa la independencia política preservando la explotación del trabajo asalariado y el Estado burgués reestructurado, enfrentado las expresiones más perversas del imperialismo, pero no esté como expresión del capitalismo en su fase superior, se aleja de algún imperialista pero se asocia con otros, golpea a un sector de la burguesía tradicional asociada al gran capital imperialista, pero se acuna y hasta estimula otras expresiones capitalistas, tratando de hegemonizar en base a elementos nacionalistas y keynesianos un proyecto político en el marco de las condiciones de la democracia burguesa. 

   El proyecto revolucionario del proletariado, expresado por el partido marxista leninista se propone acabar con la relaciones de producción capitalistas, abolir la propiedad privada sobre los grandes medios de producción, instaurar leyes de defensa al trabajador, al campesino, en general a los excluidos, a la propiedad estatal, el control obrero, la planificación centralizada, la producción nacional, el estimulo a la agricultura, la alianza obrero campesino, lo que significa la destrucción del Estado burgués para instaurar el Estado de nuevo tipo; el Estado de los consejos de obreros, campesinos y soldados, aumentar los salarios a los obreros y rebajar el salario de la burocracia estatal, en definitiva avanzar hacia el socialismo. 

   Esta situación genera niveles de contradicción al seno de la “tendencia de izquierda”; ocurre si el sector reformista es gobierno, pero también si lo es el sector revolucionario proletario, de no ser manejada con cuidado esta contradicción va generando choques, igual que en el caso del movimiento sindical, que se agudizan por efecto de la crisis, cuando el gobierno aplica políticas que afectan a sectores populares y sociales, los que responden con la movilización y enfrentan el llamado a someterse a políticas que le afectan en mayor o menor medida, ocurre lo presenciado en Ecuador, donde la corriente de izquierda se va rompiendo y los indígenas, maestros, sectores de la burocracia estatal, se diferencian del sector que está en el gobierno, quedando circunstancialmente en segundo lugar la contradicción con el imperialismo, esta contradicción amenaza con romper “la tendencia de izquierda” y de tornarse antagónica puede ser aprovechada por la izquierda para empujar una verdadera revolución, o por la derecha para hacer retroceder la “tendencia de izquierda” en su conjunto. 

   No se presentan estas situaciones por la simple voluntad de los partidos o personajes políticos, expresan el nivel de la lucha de clases, el desarrollo de las organizaciones revolucionarias proletarias y de las organizaciones reformistas que se enfrentan, dejando a un lado un peligroso enemigo para ambos.

   La ruptura de la unidad de la “tendencia de izquierda” sin haber golpeado ni derrotado a la burguesía, sin haber enfrentado al imperialismo, representa un riesgo importante, que no lo decide una de las partes unilateralmente, es producto de la dinámica política y de las prácticas y métodos que ubican el enemigo principal en un actor equivocado. 

   La crisis del capitalismo es el principal activador de estas contradicciones, ya que al pegar la crisis, obliga al gobierno a tomar un camino; o se pone del lado de los trabajadores y los pueblos para construír el socialismo, o los golpea para aplicar medidas de ajuste económico capitalista que generan malestar y perjuicio para las mayorías populares. 

   El impacto de la crisis llama a definiciones en la tendencia de izquierda; o estamos del lado de la clase obrera y su proyecto revolucionario, construyendo la alianza obrero campesina y el socialismo, golpeando a la burguesía y al imperialismo o estamos del lado de la pequeña burguesía, y su proyecto reformista, buscando a los pequeño burgueses y “burgueses nacionales” para alianzas que permitan subsistir a un “capitalismo con rostro humano”, tal vez ciudadano, golpeando a los sectores populares y mirando con admiración a Obama, coqueteando con Hilary Clinton para mantener una economía dolarizada sin soberanía económica. 

   En la región tenemos de un lado a Chavéz llamando a los movimientos sociales a integrarse al Polo Patriótico, especie de frente popular, donde organizaciones políticas y sociales deben converger para consolidar la unidad revolucionaria, hace juicios autocríticos de su propio partido que demostró ser un saco de gatos, arrecia la acción contra la burguesía nacionalizando compulsivamente a empresas de alimentos y agroquímicos, reta a los Estados Unidos con una gira hacia países mal vistos por este, lanza discursos radicales dando señales de profundizar ante un panorama político complicado después del 5 de enero por la conformación de la nueva Asamblea Nacional y las futuras elecciones presidenciales en diciembre de 2012. 

   Evo Morales sigue su proyecto de fortalecimiento popular indígena, ratifica su línea de acercamiento con organizaciones revolucionarias y populares, con los indígenas, trabajadores y pobladores, robustece la política económica de su gobierno y se consolida como dirigente político y social de las mayorías explotadas bolivianas, lo que dificulta la acción conspiradora de la derecha, aunque no la impide, y da cierta base de acción para continuar en el camino de reformas trazado. 

   Correa atraviesa desde principios de año por un período de inestabilidad y protestas, que de no ser bien manejado le augura un futuro similar a sus antecesores que no pudieron culminar su período, la única alternativa que tiene, si quiere retomar su camino reformista sin mayores contratiempos es abrir el debate con las fuerzas revolucionarias y sociales, con los gremios y fuerzas sindicales, con los maestros y especialmente con el movimiento indígena, de negar esta vía quedará en el camino, con un proyecto pequeño burgués que se va aislando, con probabilidad de negociar con la derecha, ante el desencanto de la izquierda, o caer producto de la acción de las fuerzas populares como ha ocurrido de forma reiterada en las últimas décadas en Ecuador, su actitud determinará el desenlace de ese proceso llamado revolución ciudadana, que por sí mismo y sin alianzas tendrá un difícil y peligroso camino.

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