Por: J. Jaramillo.
l) Asegurar la
realización efectiva de todas las tareas de forma organizada y centralizada.
2) Contribuir al desarrollo de una voluntad única de lucha
basada en una disciplina rigurosa y consciente.
3) Permitir una estrecha ligazón con las masas y ser el
instrumento a través del cual la organización se nutre de nuevos miembros y
colaboradores.
4) Contribuir al desarrollo de los cuadros sobre criterios
de calidad y excelencia.
5) Permitir la elaboración y desarrollo de la línea política
del partido a través de la plena participación de los miembros.
6) Garantizar la permanencia de la organización ante
cualesquiera circunstancias.
7) desarrollo del ímpetu y audacia revolucionaria.
El cuadro es la persona que, en todo momento y ante
cualquier circunstancia es portavoz de la teoría revolucionaria que orienta al
partido: el marxismo-leninismo Es el elemento que orienta a las masas, capta
sus sugerencias, su estado de ánimo, su receptividad y aplica creadoramente el
análisis del partido a la situación concreta a que se enfrenta. Los cuadros
revolucionarios son, entonces, los elementos más conscientes. Dentro de la
clase, son los responsables de interpretar la política general del partido
entre las masas y sintetizar las experiencias de la lucha de clases en
directrices concretas de acción. Son, por tanto, el mecanismo que permite al
partido estar ligado orgánicamente a la clase, representar sus intereses
fundamentales y mantener la selectividad organizativa necesaria para ejercer
una dirección política de calidad; manteniendo los criterios de excelencia
teórica necesarios para cumplir su función de vanguardia.
La primera consiste en su formación teórica y práctica. El
cuadro revolucionario debe dominar la teoría marxista-leninista como arma
indispensable para la lucha de clase proletaria.
El cuadro revolucionario debe ser capaz de cumplir de la manera más efectiva posible las diversas tareas que enfrenta el partido por lo cual tiene que desarrollarse integralmente fundiendo la teoría con la práctica.
La segunda característica es la capacidad de trabajo. Este factor es de fundamental importancia en los cuadros revolucionarios ya que es el medio para que la teoría y los análisis puedan contribuir a la transformación de la realidad social. La capacidad de trabajo presupone una gran disposición para la realización de todas las tareas que el proceso revolucionario exige.La tercera característica del cuadro revolucionario ligada estrechamente a las dos anteriores es su capacidad organizativa. El dominio de los métodos, técnicas y destrezas necesarias para resolver efectivamente los diversos problemas de organización que a diario se presentan tanto en las tareas internas como en las tareas relacionadas con la lucha de masas.
La cuarta característica es su responsabilidad y disciplina para con el estudio y el trabajo. El cuadro nunca se siente veterano. Siempre tiene que estar dispuesto a estudiar y a profundizar en sus análisis; a trabajar arduamente y a evaluar los errores cometidos para superarlos.
En quinto lugar, el cuadro revolucionario se caracteriza
por una sólida moral revolucionaria, donde el individualismo, el egoísmo y el
beneficio personal no pueden tener cabida. El cuadro tiene que desarrollar unas
actitudes, estilos de trabajo y capacidad de sacrificio, desprendimiento
revolucionario.
Es necesario una formación de cuadros ante las nuevas
circunstancias que se representan ante una avanzada del fascismo a nivel
internacional, ante las debilidades de la socialdemocracia es necesario
consolidar el partido de vanguardia, seguir avanzando con la política
revolucionaria, aclarar a las masas y evitar su confusión ante la actual
circunstancia.
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