La burguesía nos exige sacrificios, en España se trabaja 12 horas continuas, mientras los burgueses, únicos culpables de la crisis no han modificado su forma de vida, de despilfarro. Los obreros estamos pagando las consecuencias de una crisis de la cual no somos culpables.
La terrible crisis cíclica enmarcada dentro de la crisis general del sistema capitalista que sacudió al mundo entero durante el año 2009, fue ocultada por los grandes medios de comunicación. Las verdaderas consecuencias a futuro que traería esta crisis han sido tapadas de tal forma que casi no se habla del tema. Las grandes corporaciones mediáticas, a principios del presente año 2010, hacían hincapié en una imaginaria recuperación, CNN, hablaba del “camino a la estabilización”.
La bancarrota del estado griego cogió por sorpresa a muchos de estos analistas, pero otros tantos ya sabían lo que se aproximaba, así, en el año 2009 el diario burgués The economist en un titular afirmo: “el 2009 será recordado como el año en que los bancos quebraron; el 2010 será recordado como el año en que los gobiernos quebraron”. De esa manera podemos notar que lo que está sucediendo en algunos países de Europa no es una casualidad, sino el producto o el efecto de una causa precedente, el cual ya sabían de antemano los burgueses y por miedo a una reacción popular se negaron a informarlo.
La conocida ley dialéctica de la transformación de "cambios cuantitativos en cualitativos y viceversa" se hace notar en este estadìo. Esta ley nos dice que los cambios cuantitativos en tiempos normales no provocan ningún cambio importante, pero en tiempo de agitación, es decir, cuando la medida está rebasada, un solo cambio cuantitativo podría provocar un salto cualitativo, esta situación es en la que precisamente se encuentra Europa en estos momentos. La sucesiva acumulación de problemas financieros y la continua violación de los derechos laborales han creado, sobre todo en el viejo continente las condiciones para un salto cualitativo.
La tensión es tal en Europa que cualquier error en el manejo de los recursos en España, Portugal, Italia, Irlanda o Gran Bretaña, por más insignificante que pueda ser en tiempos normales, podría desatar una recesión sin precedentes con unas dimensiones tan gigantescas que haría ver a la crisis de 1928 como un simple “mal momento”. En ese orden de ideas, otro diario burgués de gran connotación en un titular del mes de mayo divulgó "Un movimiento en falso en Europa podría desatar una reacción en cadena global". No hace falta ser especialista en economía para entender lo que esto quiere decir.
Una particularidad del capitalismo en los actuales momentos o mejor dicho en la etapa financiera imperialista, es que su estabilidad no depende de decisiones de estado o leyes, sino del nerviosismo de los inversores. La crisis general del capitalismo y su sucesiva situación revolucionaria parecen haber llegado al eslabón más débil de la cadena como lo afirman las tesis del socialismo científico, en este caso ese eslabón es Grecia y otros países de Europa que se unirán a este desbarajuste del modo de producción capitalista. Pero, para que esta situación revolucionaria se convierta en revolución proletaria hace falta la participación de los obreros organizados, en expresión consiente, el capitalismo no cae por sí solo, lo haremos caer con nuestra acción revolucionaria.
Carlos Marx y Federico Engels, afirman en el manifiesto del partido comunista que el capitalismo (la burguesía), ha creado a sus sepultureros. De esta manera, las fuerzas productivas están colisionando con las estrechas relaciones de producción o, la propiedad privada sobre los medios de producción, el resultado de esto es una situación revolucionaria que solo llegará a su termino justo, con la participación de las masas bajo la dirección de una vanguardia marxista leninista, estas estructuras están en proceso, en acumulación y marchas en todos los lugares del planeta.
En nuestro país, aunque en menor escala se está comenzando a sentir esta crisis. Gracias a algunos paliativos o medidas sociales llevadas a cabo por el gobierno, no se había manifestado la crisis como en otros países, pero esta tranquilidad parece haber llegado a un límite, nuestra situación de país capitalista dependiente, nos hace vulnerables al huracán que hay afuera. Hemos notado en los últimos meses como instituciones del mismísimo gobierno han pasado a la bancarrota y en lugar de producir capitales para el Estado, están absorbiendo creando una suerte de pérdidas de inversión para el mismo. El Estado nacional, bajo la excusa de depuraciones está liquidando varios de sus importantes órganos.
La caída del muro de Berlín y el desplome de la URSS, provocaron alaridos de los capitalistas en todo el mundo, anunciando un nuevo orden mundial y la hegemonía perpetua del capitalismo, el mercado ruso se abrió a las inversiones extranjeras, de igual forma el chino y otros importantes países de población densa se presentaban como paraísos a la inversión. Pero esta situación de auge pronto llegó a su limite, la situación social de esos países convertía la inversión en pérdida y estas se vinieron en picada, a partir de este descenso, el capitalismo no se ha podido recuperar, la única alternativa posible es un nuevo reparto del mundo, una guerra imperialista que permita reordenar los mercados tal como sucedió durante el siglo XX. La segunda guerra mundial fue la varita mágica que permitió al capitalismo salir del atolladero de la recesión de 1928.
Ricardo Morín
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