miércoles, 6 de marzo de 2013

Editorial Acero Revolucionario N° 20, marzo de 2013

Órgano interno del Comité Central del PCMLV


La Revolución no se puede hacer con guantes de seda

Esta consigna de Stalin es bien apropiada para los revolucionarios de los actuales momentos, expresa una realidad ineludible e inocultable, un reto de gran trascendencia vinculado a la profunda realidad de la lucha que por más deseos de que sea suave y lineal, se nos presenta brusca y tumultuosa, por caminos intrincados con vueltas y recodos, donde nos conseguimos cara a cara con el enemigo de clase, que no da tregua, aunque aparente mansedumbre y hable de paz. 

La historia, que es la historia de la lucha de clases, como dice el manifiesto comunista, lo confirma. “Libres y esclavos, patricios y plebeyos, siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen...”. La comuna de París, las revoluciones de todos los tiempos, los triunfos y derrotas dan fe de esta realidad, las clases dominantes no se suicidan, luchan hasta el final, con todas sus armas y Venezuela no será la excepción. 

Por tales razones, la burguesía más retardataria, proimperialista y explotadora está llevando a cabo un plan bien coordinado que persigue crear desesperanza y decepción en las mayorías populares, para este objetivo, recurren al acaparamiento, la especulación, la violencia y la propaganda, como medios para generar descontento entre las masas. 

Combinan esto con la propaganda más negativa y manipuladora, toman la muerte de Chávez como un triunfo, sin percatarse que el proceso democrático burgués venezolano empieza a abrir cauces para la profundización verdadera, no por lo que se propongan los que aspiran sustituirlo, sino por las exigencias de un pueblo que no está dispuesto a dar un cheque en blanco, que exige se cumplan los grandes objetivos y se avance en la destrucción del Estado burgués, que se consoliden las comunas, los consejos comunales, campesinos, estudiantiles, el control obrero, la soberanía alimentaria y sabe que nadie hará eso sino es presionado por la acción organizada de un pueblo dispuesto a tomar el Poder en sus manos para resolver los grandes problemas de la sociedad. 

Quienes asumen la dirección del gobierno, están obligados a tratar de consolidar una dirección colectiva, evitando que afloren sus contradicciones, ya que no tienen individualmente la suficiente fuerza como para controlar todos los hilos del poder, ni un partido revolucionario que pueda encauzar todas sus fuerzas para el logro del socialismo. Por eso, con todo el dolor que significa para el pueblo la pérdida del líder carismático, las fuerzas revolucionarias se consolidarán al comprender que sólo la acción decidida y unificada será garantía de triunfo. 

A pesar de las concepciones idealistas, la realidad obliga a chocar con la burguesía más traidora y entreguista, por eso es necesario superar ese permanente discurso ambivalente que amenaza con acciones enérgicas, que nunca se cumplen, mientras lanzan llamados a respetar al pueblo, a no extralimitarse, a comprender los momentos por los que pasamos, reflejando, como se ha dicho, el más profundo elemento conciliador, que se hace eco de la duda, al no empujar en estos momentos con toda la fuerza para someter a los traidores capitalistas, porque necesario es decir que la burguesía y el imperialismo tiene aún poder real, dado por sus riquezas mal habidas. 

La pequeña burguesía en el gobierno duda y concilia permanentemente, asume una táctica defensista, amenaza con acciones drásticas (sólo en caso de ser agredidos), pero la agresión contra el pueblo es a diario y no hacen nada. El aumento de precios, la escasez, el acaparamiento, la especulación, pero además la violencia desatada especialmente en barrios, fábricas, construcciones, campo y zonas populares indican que la burguesía ha tomado la ofensiva abierta. 

La clase obrera, los campesinos y el pueblo, debemos saber que hasta no quitar a la burguesía sus instrumentos de Poder; el dinero, las fábricas, sus grupos armados, medios de comunicación, transportes, bancos, comercios e instituciones educativas y de salud, poniéndolas al servicio del pueblo, estos seguirán actuando, agrediendo y sometiendo a las mayorías. 

Preparar la acción más decidida e inmediata contra los burgueses estafadores, realizar juicios populares contra quienes esconden los alimentos, aplicar las sanciones más ejemplarizantes a estos hambreadores del pueblo, expropiar a los burgueses y terratenientes que ocultan la comida y la venden a precios elevados, debe ser parte del programa inmediato revolucionario. 

Está muy claro que estas acciones que pretenden someternos por hambre, crear descontento y malestar en las mayorías, son parte de un plan bien orquestado para generar rechazo al gobierno. Unido esto, a la desaparición física de Chávez y a algunas medidas del gobierno que afectan el bolsillo y justifican los aumentos de precios, nos van diciendo por donde va el camino: la lucha de clases tiende a agudizarse y la clase obrera no puede confiar más que en sus propias fuerzas, en su alianza estratégica con el campesinado y los revolucionarios verdaderos que ante otro 11 de abril, no nos contentaremos con frenar y perdonar a la burguesía, porque ya basta de tanta complacencia y conciliación con los conspiradores y sus socios imperialistas. Debemos tener claro que para el pueblo vivir en paz y satisfacer sus necesidades hay una alternativa que es el socialismo, también debemos saber que el socialismo sólo se construye con la alianza obrero campesina en el poder y el pueblo en armas. 

Tanto en Venezuela como en el resto del mundo, se darán acontecimientos de gran trascendencia que irán dejando atrás las ilusiones de vivir el paraíso sin esfuerzo y sin trabajo, de construir el bienestar en base a dádivas y populismo, del sueño fugaz del estado de bienestar, lo que nos debe hacer reflexionar sobre la importancia del proceso democrático que hoy vivimos como antesala a la revolución socialista, tener conciencia de la disciplina que se requiere para superar esta etapa, porque la transición no es eterna y se aproxima el choque brusco entre los que consideramos que debemos satisfacer nuestras necesidades tomando en cuenta el trabajo social aportado y quienes como lumpen o como burgueses, pretenden vivir sin trabajar, este enfrentamiento entre los que vendemos nuestra fuerza de trabajo y quienes viven de comprarla estafando a los obreros marcará el fin de esta larga transición y el verdadero inicio de la construcción del Estado Socialista. 

“El nuevo gobierno no puede dar pan al pueblo hambriento por culpa de un mal reparto de los víveres, de su acaparamiento por los terratenientes y por los capitalistas. Para poder hacerlo se necesitan medidas revolucionarias contra unos y contra otros: esas medidas sólo podrá aplicarlas un gobierno obrero” Lenin.

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