Desde diferentes concepciones se aborda el problema del papel de las masas y de la personalidad en la historia, pero fundamentalmente, dos concepciones opuestas entre sí se enfrentan respecto a este problema, una concepción científica, la materialista, y otra concepción anticientífica, la idealista.
Entre los sociólogos e historiadores burgueses prevalece el punto de vista de que la historia universal es resultado de la acción de grandes hombres, de héroes, caudillos y conquistadores. Estos afirman que la fuerza motriz de la historia son los legisladores, los ideólogos, los monarcas y por el contrario el pueblo explotado constituye sólo una masa pasiva e inerte. Esta teoría idealista que sólo favorece a las clases dominantes, explica la aparición de los estados, de los poderosos imperios, el florecimiento, la decadencia y su colapso, los movimientos sociales y las revoluciones, es decir, todos los acontecimientos importantes de la historia como producto de la acción llevada a cabo por las personalidades descollantes. Los sociólogos de esta tendencia no alcanzan a comprender certeramente la correlación entre la necesidad y la libertad histórica, entre lo necesario y lo fortuito en la historia.