La clase obrera y los pueblos avanzan en su proceso de maduración, van acumulando experiencias, construyendo instrumentos organizativos, preparándose desde el punto de vista práctico y teórico. Esto ocurre en todo momento, pero es necesario entender que ocurre con mayor velocidad y a ritmos más acelerados cuando el capitalismo entra en crisis, cuando no puede seguir manteniendo la ilusión de un mundo de “igualdad”, cuando los subsidios y beneficios sociales empiezan a ser eliminados y la burguesía se plantea hacer retroceder al proletariado, quitándole algunos beneficios, incluso disminuyendo el salario, por eso los revolucionarios, en especial los marxistas leninistas, debemos estudiar y comprender esta dinámica, aprovechar los tiempos de luchas “pacíficas” para ir preparándonos con el objetivo de estar en condiciones de conquistar espacios en el tránsito hacia la toma del poder, cuando la situación se haga insoportable, cuando la revolución sea la vía que transitemos los explotados para liberarnos de la opresión capitalista, cuando estemos en lo que el camarada Lenin llamó, Situación Revolucionaria.
Actualmente estamos trascendiendo de un desarrollo más o menos pacífico de las luchas a una nueva fase de agudización de las contradicciones de clase, con sus confrontaciones, convulsiones, guerras y revoluciones, mediadas por la actual crisis del capitalismo, que se desenvuelve en el marco de la crisis general de este sistema, creando un ambiente de pugnacidad donde se desnuda claramente el carácter burgués y represivo del Estado, pasando a reprimir directamente a los inmigrantes, a las minorías y especialmente a la clase obrera con el objeto de mantener la explotación y con ella los privilegios.
En estas épocas de crisis la burguesía habla de sacrificios, pero ni la gran burguesía, ni la alta burocracia del Estado restringen sus condiciones de vida ni sus privilegios, trasladan a los trabajadores y en general a los explotados toda la carga y así es como las condiciones de vida de las mayorías empeoran, se nos exige sacrificios para mantener un sistema de explotación que permite a los parásitos explotadores seguir viviendo sus lujos mientras de forma brusca como en Grecia, o de forma gradual como en España, Portugal, Alemania o Inglaterra, los trabajadores van siendo arrinconados y presionados para que acepten la pérdida de derechos.
Este proceso “pacífico” tiene un límite; cuando los burgueses comienzan a presionar más abiertamente, los trabajadores respondemos, buscamos las organizaciones combativas, participamos en las luchas, nos involucramos en debates y vamos confrontando de forma directa contra los explotadores; en la medida que esa crisis avanza las luchas se hacen más radicales hasta pasar de una lucha por reivindicaciones económicas, a la lucha abierta por el poder, lo cual, si tiene éxito determina el desplazamiento de una clase y el ascenso de otra al poder, tal cosa ocurre solo mediante la lucha revolucionaria.
Para pesar de los burgueses y sus discursos “tranquilizadores”, la crisis avanza indetenible, amenaza con arrastrar todo el sistema capitalista y transformarse en una gran depresión, el paso destructivo de la crisis va creando desempleo, pérdida de salario, alargamiento de la jornada de trabajo, aumento de años de trabajo para la jubilación, reducción de la pensión o su eliminación, disminución de la atención de salud gratuita, la burguesía presiona a la clase obrera y esta va respondiendo, va preparándose para la lucha. El partido del proletariado tiene una gran tarea: Preparar las condiciones para acabar con este sistema, que no caerá sino se le hace caer. La clase obrera como sepulturera del capitalismo, con su acción decidida y planificada, abrirá el camino al resto de los explotados para transitar hacia su liberación.
Actualmente en todos los continentes se perciben los efectos de la crisis capitalista, en Europa golpea con fuerza en este momento y se espera que los trabajadores de ese continente recobren la viejas tradiciones de lucha, emprendiendo con su vanguardia revolucionaria el camino hacia el socialismo, dejando atrás esas caricaturas de socialismo que impusieron los socialdemócratas y sus socios revisionistas.
En América Latina aún no llegan con fuerza los embates de la crisis, pero se comienzan a percibir también sus efectos e igual al resto del mundo los asalariados somos los primeros afectados y lo estaremos aún más cuando la crisis se profundice sino avanzamos científicamente al socialismo.
En Venezuela el gobierno de Chávez ha tomado algunas medidas, que si bien no resuelven los problemas de manera estructural, son un paliativo que permite a los sectores populares sobrevivir, conservando y aún recuperando beneficios perdidos durante las épocas del neoliberalismo, ante esto no podemos llamarnos a engaño, esto no es socialismo, son medidas pragmáticas que mantienen un cierto nivel de vida que permite apenas producir y reproducir la fuerza de trabajo, comparado con otros países de la región tenemos grandes privilegios, pero en relación a lo que verdaderamente se requiere para la vida, el salario mínimo es insignificante, la inflación va en alza, igual que el dólar, esto acompañado de acaparamiento, especulación, desestabilización, como parte de la ofensiva imperialista y de la burguesía nacional, permiten vislumbrar una intensa agitación política de cara a las elecciones legislativas de septiembre.
En este panorama, signado por la lucha electoral, el partido de gobierno ratifica su posición de partido policlasista, sus métodos son los mismos de la democracia burguesa, en su último proceso interno la pequeña burguesía emerge como la dirección, en lo ideológico y político, con un discurso de socialismo pero con una práctica capitalista, los sectores populares y los trabajadores son los grandes excluidos. Partiendo de esta experiencia la clase obrera y los sectores revolucionarios que albergan ilusiones con este tipo de organización, deben comprender que solo con el partido del proletariado, basado en el centralismo democrático, combativo, unido al pueblo y bajo el programa de la clase obrera, podrá avanzar realmente hacia el socialismo, lo demás son experimentos, que tarde o temprano pueden conducir a una ofensiva de la reacción, que aún sigue teniendo altas cuotas de poder, especialmente en el aparato económico y por eso crean desabastecimiento, escases de productos, encarecimiento y especulación, ante lo cual las medidas del gobierno son ineficientes.
Debemos trabajar duro para que la clase obrera asuma su papel de vanguardia y lidere la lucha de los explotados y oprimidos contra la sociedad burguesa.
Actualmente estamos trascendiendo de un desarrollo más o menos pacífico de las luchas a una nueva fase de agudización de las contradicciones de clase, con sus confrontaciones, convulsiones, guerras y revoluciones, mediadas por la actual crisis del capitalismo, que se desenvuelve en el marco de la crisis general de este sistema, creando un ambiente de pugnacidad donde se desnuda claramente el carácter burgués y represivo del Estado, pasando a reprimir directamente a los inmigrantes, a las minorías y especialmente a la clase obrera con el objeto de mantener la explotación y con ella los privilegios.
En estas épocas de crisis la burguesía habla de sacrificios, pero ni la gran burguesía, ni la alta burocracia del Estado restringen sus condiciones de vida ni sus privilegios, trasladan a los trabajadores y en general a los explotados toda la carga y así es como las condiciones de vida de las mayorías empeoran, se nos exige sacrificios para mantener un sistema de explotación que permite a los parásitos explotadores seguir viviendo sus lujos mientras de forma brusca como en Grecia, o de forma gradual como en España, Portugal, Alemania o Inglaterra, los trabajadores van siendo arrinconados y presionados para que acepten la pérdida de derechos.
Este proceso “pacífico” tiene un límite; cuando los burgueses comienzan a presionar más abiertamente, los trabajadores respondemos, buscamos las organizaciones combativas, participamos en las luchas, nos involucramos en debates y vamos confrontando de forma directa contra los explotadores; en la medida que esa crisis avanza las luchas se hacen más radicales hasta pasar de una lucha por reivindicaciones económicas, a la lucha abierta por el poder, lo cual, si tiene éxito determina el desplazamiento de una clase y el ascenso de otra al poder, tal cosa ocurre solo mediante la lucha revolucionaria.
Para pesar de los burgueses y sus discursos “tranquilizadores”, la crisis avanza indetenible, amenaza con arrastrar todo el sistema capitalista y transformarse en una gran depresión, el paso destructivo de la crisis va creando desempleo, pérdida de salario, alargamiento de la jornada de trabajo, aumento de años de trabajo para la jubilación, reducción de la pensión o su eliminación, disminución de la atención de salud gratuita, la burguesía presiona a la clase obrera y esta va respondiendo, va preparándose para la lucha. El partido del proletariado tiene una gran tarea: Preparar las condiciones para acabar con este sistema, que no caerá sino se le hace caer. La clase obrera como sepulturera del capitalismo, con su acción decidida y planificada, abrirá el camino al resto de los explotados para transitar hacia su liberación.
Actualmente en todos los continentes se perciben los efectos de la crisis capitalista, en Europa golpea con fuerza en este momento y se espera que los trabajadores de ese continente recobren la viejas tradiciones de lucha, emprendiendo con su vanguardia revolucionaria el camino hacia el socialismo, dejando atrás esas caricaturas de socialismo que impusieron los socialdemócratas y sus socios revisionistas.
En América Latina aún no llegan con fuerza los embates de la crisis, pero se comienzan a percibir también sus efectos e igual al resto del mundo los asalariados somos los primeros afectados y lo estaremos aún más cuando la crisis se profundice sino avanzamos científicamente al socialismo.
En Venezuela el gobierno de Chávez ha tomado algunas medidas, que si bien no resuelven los problemas de manera estructural, son un paliativo que permite a los sectores populares sobrevivir, conservando y aún recuperando beneficios perdidos durante las épocas del neoliberalismo, ante esto no podemos llamarnos a engaño, esto no es socialismo, son medidas pragmáticas que mantienen un cierto nivel de vida que permite apenas producir y reproducir la fuerza de trabajo, comparado con otros países de la región tenemos grandes privilegios, pero en relación a lo que verdaderamente se requiere para la vida, el salario mínimo es insignificante, la inflación va en alza, igual que el dólar, esto acompañado de acaparamiento, especulación, desestabilización, como parte de la ofensiva imperialista y de la burguesía nacional, permiten vislumbrar una intensa agitación política de cara a las elecciones legislativas de septiembre.
En este panorama, signado por la lucha electoral, el partido de gobierno ratifica su posición de partido policlasista, sus métodos son los mismos de la democracia burguesa, en su último proceso interno la pequeña burguesía emerge como la dirección, en lo ideológico y político, con un discurso de socialismo pero con una práctica capitalista, los sectores populares y los trabajadores son los grandes excluidos. Partiendo de esta experiencia la clase obrera y los sectores revolucionarios que albergan ilusiones con este tipo de organización, deben comprender que solo con el partido del proletariado, basado en el centralismo democrático, combativo, unido al pueblo y bajo el programa de la clase obrera, podrá avanzar realmente hacia el socialismo, lo demás son experimentos, que tarde o temprano pueden conducir a una ofensiva de la reacción, que aún sigue teniendo altas cuotas de poder, especialmente en el aparato económico y por eso crean desabastecimiento, escases de productos, encarecimiento y especulación, ante lo cual las medidas del gobierno son ineficientes.
Debemos trabajar duro para que la clase obrera asuma su papel de vanguardia y lidere la lucha de los explotados y oprimidos contra la sociedad burguesa.
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