domingo, 1 de junio de 2025

DESCOMPOSICIÓN IMPERIALISTA Y FASCISTIZACIÓN, UNA REALIDAD A ENFRENTAR

(Articulo de la Revista Unidad y Lucha N°50, mayo 2025)

El proletariado internacional debe observar con mucha atención la realidad y no dejarse confundir por los virajes en la política de la oligarquía financiera, acelerados ahora desde EE.UU. por la administración Trump y sus serviles.

Con un programa de arbitrariedades y alejamiento de las viejas prácticas burocráticas, la dirección política burguesa de extrema derecha, va tomando el control de algunos gobiernos y expresando sin ambages su faz reaccionaria, violentando leyes y poniendo en entredicho incluso su propia Constitución Política, tratados internacionales o derechos humanos, considerados hipócritamente inviolables hasta hace un tiempo.

Claramente podemos darnos cuenta que se viene produciendo un cambio acelerado en las formas del sistema explotador, que no afectan su contenido (de clase), más bien depuran la esencia capitalista - imperialista del Estado burgués en vías hacia su expresión de clase más extrema.

Independientemente de la forma que adopte en cada coyuntura y en cada país, que ciertamente debe ser tomada en cuenta, el imperialismo, como fase superior del capitalismo está obligado a aumentar su esencia explotadora, violenta y guerrerista, destinada a lograr la máxima expoliación del proletariado y los pueblos a nivel mundial, a aumentar la tasa de plusvalía, las ganancias de los supermillonarios a niveles inimaginables, llevando la diferencia entre los explotadores más ricos y la mayoría de los explotados a términos extremos para satisfacer los requerimientos del capital.

En sus crisis más profundas, como ahora, el imperialismo recurre a la represión interna y a la agresión militar externa. Lo hicieron antes, lo hacen hoy y lo harán mañana, mientras exista el capitalismo, en un intento por lograr el sueño de control total de la sociedad y a la vez reanimar el ciclo económico del capital, ya en la puertas de pasar a la recesión y después seguramente a una gran depresión. Surge entonces, como respuesta propia de los modos de producción en declive, en descomposición, la dictadura terrorista de la clase dominante, como ocurrió con los antiguos imperios, y como está ocurriendo también con el imperialismo.

En la fase superior del capitalismo esa dictadura de clase adquiere una forma particular y extrema: el fascismo, el cual no aparece un día de la nada, sino que es el resultado del proceso de descomposición del imperialismo, con la normalización gradual de la revancha burguesa violenta y cotidiana contra el proletariado, expresada en la super explotación, eliminación de derechos, persecución de los trabajadores, asumidos ya abiertamente como enemigos, con expresiones en la xenofobia y racismo, expulsión y sanción extrema contra los migrantes, los "invasores" o "terroristas", sin fórmula de juicio, buscando el control arbitrario de todas las instancias de poder directamente por los amos del 1% del capital.

La extrema derecha aplica todo tipo de deformaciones antidemocráticas dentro de la sociedad ante el miedo a la "invasión" de los explotados, demostrando su terror y preparándose ante las naturales e inevitables acciones de respuesta, tanto pacífica como violentas de los oprimido y su salto progresivo a la vía revolucionaria.

La ofensiva arancelaria, y de la "diplomacia" de las imposiciones, lanzada por Trump en su sueño reaccionario de retomar la antigua pujanza industrial estadounidense y terminar de concentrar todo el control económico, político, militar en las manos de los supermillonarios estadounidenses lo lleva a acelerar la confrontación y a provocar una descomposición más aguda del sistema capitalista - imperialista mundial, que tendrá consecuencias negativas muy profundas principalmente para los trabajadores, pero también para la pequeña burguesía y algunas fracciones de la gran burguesía en declive, empujando a las otras potencias imperialistas, los países dependientes y las masas populares a la lucha en un corto plazo, intensificando las contradicciones fundamentales del imperialismo de forma exponencial, abriendo las puertas a guerras y revoluciones, producto de las desmejoras en las condiciones de vida del proletariado, y como consecuencia directa de éstas, una situación de lucha generalizada.

A partir de diversos acontecimientos podemos inferir que el objetivo de la actual administración estadounidense no es dividir el bloque EE.UU.- U.E. y aislarse en sus fronteras, como algunos hacen ver, al contrario, su política tiene como finalidad consolidarlo, pero bajo su absoluta dirección, totalmente centralizada, incuestionable y autoritaria, ya no aparentando condiciones de igualdad, ni convencimiento o democracia interna, sino bajo una política de sometimiento total, abiertamente dictatorial, con dirección absoluta de la gran burguesía de extrema derecha concentrada en los EE.UU. que pretende ser el centro de mando en ese bloque, quitando a Alemania y Francia, a los dirigentes de la U.E. y a la OTAN sus ínfulas de dirección compartida o de igual nivel en la conducción de ese bloque imperialista, ante lo cual sus aliados tradicionales se resienten y expresan diversos niveles de descontento, pero mientas tanto van surgiendo nuevos lacayos dispuestos a servir fielmente a su amo para resolver la contradicción a favor de Trump y su grupo, pero la otra tendencia también responde.

Esta es otra expresión de las contradicciones internas entre fracciones capitalistas: están de acuerdo en la misma línea de acción opresora contra el proletariado y los países dependientes, pero ajustan cuentas con roces entre keynesianos y liberales, entre globalizadores y proteccionistas, entre otanistas y europeístas, promotores de la unipolaridad o la multipolaridad, lo que no es más que la imposibilidad de ponerse de acuerdo por los métodos tradicionales, ante la gravedad de la crisis se exasperan, abriéndose entonces la necesidad de recurrir a otras herramientas más agresivas para apropiarse de las ganancias y el control de los negocios en la nueva etapa de reparto de fuentes de materia prima, fuerza de trabajo barata y mercados, que ya ha pasado de métodos aparentemente "pacíficos" a vías abiertamente violentas en varios conflictos.

A pesar de esas diferencias de matices entre tendencias de la gran burguesía financiera internacional, buscan llegar a mínimos acuerdos y mantener la unidad como bloque imperialista, esta contradicción se expresa en los vaivenes de la política dentro de ambos bloques, especialmente aguda hoy en el bloque EE.UU.-U.E. donde las tendencias se han diferenciado y están en un proceso de negociación forzosa para la recomposición.

Para lograr el objetivo táctico de unificar totalmente el bloque EE.UU-U.E, Trump trabaja, en esta etapa, por evidenciar la debilidad de la U.E. y hacerles saber que solos serían devorados: en lo económico por China, en lo militar por Rusia.

Al amenazar con dejar la posibilidad de acción libre a Rusia en Europa, Trump hace que la OTAN y la U.E. constaten su debilidad real, llevándolos a asumir la necesidad, para la sobrevivencia, de someterse totalmente a las decisiones de las grandes corporaciones gringas y acceder a un nuevo reparto, entregando territorios de Ucrania y dinero por medio de aranceles.

El reparto de tierras y riquezas de las piezas más débiles del ajedrez imperialista durante la lucha por un nuevo reparto del mundo es lo normal y se ve claramente en Ucrania, que se prepara para ser dividida entre los más poderosos, sin duda alguna en ese conflicto; EE.UU. y Rusia, mientras la U.E. pugna por tratar de obtener alguna migaja del botín.

Desde el gobierno de Trump expresan a la U.E. que si los grandes capitales de EE.UU. toman posesión de las tierras raras y plantas nucleares de Ucrania va a ser su principal escudo de defensa, sería un mecanismo de disuasión para Rusia, porque los gringos instalarán su ejército en ese territorio, mientras se adueñan de más partes de Ucrania, recuperan dinero invertido, frenan a Rusia, se aprovechan de la debilidad y total sometimiento de la U.E. a sus designios, de nuevo avanzando en la consolidación del bloque EE.UU - U.E. pero de una forma diferente a la planteada por los demócratas, ahora los republicanos ejecutan una política más autoritaria, agresiva y pragmática en conjunto con los partidos de derecha extrema europea, que apoyados por Trump y el aparato propagandístico internacional de Musk avanzan hacia el control de los gobiernos en otros países y así tratan de completar la dirección económica, militar y política absoluta del bloque EE.UU.-U.E. por las fuerzas de derecha extrema.

Donald Trump espera, con su política internacional, avanzar hacia un bloque imperialista ultra reaccionario total y únicamente dirigido por la oligarquía de EE.UU., utilizando. la internacional de extrema derecha, sus capitales, especialmente los de él, su familia y amigos. Esta política tiene como objetivo dirigir un reparto temporal por regiones, controlar en el futuro inmediato el resto de América y el medio oriente, por eso planta batalla a China en la región, además ataca en medio oriente, con su punta de lanza en Israel y las monarquías petroleras, donde amenaza a Irán directamente, e indirectamente a China y Rusia, a la que ya sacaron de Siria en un muy posible acuerdo de reparto regional.

Al bloque China - Rusia lo pretenden dejar en el extremo oriente y África. Repartiéndose Ucrania con Rusia y manteniendo la presión de Taiwán con China, por ahora, evidenciando ese período transitorio de búsqueda de un reparto pactado, mientras se preparan para la siguiente etapa que según se puede inferir sería un período de intento de control global total por vías militares, chantaje económico y promoción más directa de la extrema derecha fascista interviniendo sin rubor en los procesos electoral de otros países.

Un bloque EE.UU.- U.E. con toda su capacidad totalmente subordinada a un mando único, bajo la voz de la oligarquía financiera de EE.UU., con los países dependientes de esas regiones más sometidos que nunca y el proletariado perseguido, posiblemente sea el objetivo de la burguesía que trabaja en la actual gestión gubernamental de EE.UU. Esos super millonarios están decididos a tomar en sus propias manos, sin intermediarios, con métodos totalmente autoritarios y sin ningún tipo de tolerancia hacia los espacios de democracia, el control económico, político y militar del bloque EE.UU-U.E., para pasar rápidamente al intento de imponer su modelo de capitalismo monopolista de Estado totalmente centralizado en sus manos a nivel global, avanzando en el reparto del mundo, usando amenazas, acuerdos, chantajes y guerras para confrontar a sus rivales del bloque China-Rusia.

Todo esto nos lleva a identificar que hay diferencias, pero no una contradicción antagónica, entre globalistas y proteccionistas, entre unipolaridad y multipolaridad, entre las élites económicas y políticas de las grandes potencias imperialistas. Hay una clara pugna por cómo abordar esta nueva fase de crisis y futura depresión, con intención de acelerar el nuevo reparto del mundo.

Es bueno también aclarar que las opciones imperialistas no representan ninguna referencia a ser seguida por el proletariado, que más bien debe aprovechar la coyuntura de inestabilidad y contradicción entre ellos para lanzar su propio programa y preparar a las masas para la lucha, poniéndose al frente con acciones que puedan unificar a los explotados en contra del enemigo común y el peligro principal, con una política de unidad, alianzas y acuerdos, nacional e internacional, basada firmemente en la teoría y práctica marxista leninista.

La política imperialista de avance agresivo, sin duda alguna acelerará, como está claro, la agudización de las contradicciones fundamentales del imperialismo y llevará a amenazas o escaramuzas entre potencias, a un intento por someter de forma más grosera a los países dependientes y a la eliminación de derechos del proletariado, para esto la propaganda reaccionaria se va intensificando, junto a la represión, para tratar de imponer alguno de los dos modelos económicos imperialistas de capitalismo monopolista de Estado (Chino/Ruso o EE.UU-U.E.), acelerando el proceso de fascistización, pero también, como consecuencia lógica de esto, algo muy importante: el aumento de las repuestas combativas del proletariado y de los pueblos oprimidos, que no nos dejaremos aplastar pacíficamente, como nunca ha ocurrido, independientemente de las debilidades, errores o fortalezas de la vanguardia y los partidos que trabajamos por jugar un papel en las luchas.

El proletariado debe valorar esas situaciones y prepararse, porque sin duda, la forma burguesa para aplicar esas medidas es la dictadura violenta del capital financiero mundial, como revancha contra la clase obrera y los pueblos: el fascismo. Ahora no sólo como realidad de varios países, sino con impulso mundial de fascistización, ya que el modo capitalista de producción en su fase imperialista se ha expandido a todo el orbe y pretende controlarlo absolutamente.

Como sabemos la socialdemocracia y el reformismo permiten avanzar al fascismo. Por sus utopías democráticas no confrontan a la extrema derecha y la dejan crecer, facilitando su avance. Esto, junto a la quiebra del Estado de bienestar son la puerta de entrada de la burguesía extremista de derecha, con su discurso demagógico y su proyecto totalitario, lo que eleva el nivel de exigencias al movimiento comunista internacional, y significa que la táctica de los marxista leninistas no puede ser una supuesta "neutralidad", ni el respaldo a la derecha; directo o indirecto, sino más bien, la política definida por los clásicos marxista leninistas y la Internacional Comunista en una etapa de construcción y consolidación del frente popular antifascista para resistir en un primer momento y proponerse derrotar al fascismo, siempre demostrando ser los combatientes más consecuentes por la democracia y los derechos del pueblo, contra el fascismo y sus voceros.

Es bueno para los revolucionarios proletarios entender que así como la fascistización de la sociedad y la "normalización" de ideas reaccionarias avanza en medio de las crisis, también la revolución proletaria puede avanzar, pero requiere denunciar las políticas reaccionarias, el intento de potabilizar las ideas fascistas, la debilidad y complacencia de los reformistas, que se niegan a denunciar y enfrentar al fascismo, incluso ocultando su existencia, lo que tiene una expresión en ideas oportunistas y revisionistas, que se resisten a asumir con valentía y honestidad el verdadero planteamiento revolucionario, llegando a veces a proponer a las masas la unidad, no para confrontar al fascismo en su ofensiva, sino para pactar cuotas con la burguesía más reaccionaria, perdiendo la perspectiva del enemigo común y el peligro principal definidas por Stalin para pasar, en una supuesta pureza que aísla a favorecer el avance de los fascistas, de lo cual hemos tenido experiencia en Venezuela.

Es muy importante ratificar, como se ha planteado en la CIPOML, que vivimos una coyuntura marcada por el proceso de fascistización, lo que significa una arremetida violenta y profunda contra derechos democráticos, laborales o sociales de las mayorías, amenazas contra los trabajadores, nativos o migrantes, aumento de la represión, ofensiva propagandística de extrema derecha, aparición pública de ideas y simbología fascista, blanqueamiento de las prácticas pasadas y presentes de tipo nazi-fascista, exclusión y represión de los planteamientos progresistas y comunistas, avance del anticomunismo abierto, en general aceptación pública de los planteamientos y prácticas fascistas.

Ante este peligroso y ascendente fenómeno reaccionario los más capacitados para enfrentarlo de verdad y derrotarlo, como ya lo ha demostrado la historia, somos los marxista leninistas, por eso no podemos jugar a las aventuras, ni quedarnos en las prácticas del reformismo o crear más confusión en las masas.

Tenemos la obligación de debatir y aclarar la táctica adecuada al momento, consolidar una sola línea estratégica internacional, que no nos cansaremos de repetir, es la línea definida por Marx, Engels, Lenin y Stalin, la Internacional Comunista y por la experiencia de las revoluciones triunfantes: La denuncia y enfrentamiento directo, en primera línea al fascismo, el trabajo con las fuerzas antifascistas, el esfuerzo sostenido por la conformación del frente único del proletariado y el frente popular a nivel nacional e internacional, la lucha sin cuartel ni concesiones y la solidaridad militante al lado de los pueblos que resisten y luchan contra la agresión imperialista. La otra tarea fundamental es la consolidación de nuestros Partidos mediante el fortalecimiento de su expresión más clara en la confrontación directa y abierta contra los fascistas, embrionarios o consolidados, para colocarnos en la vanguardia y demostrar, como ya ocurrió contra las experiencias nazi-fascistas del pasado, que las masas pueden confiar en los comunistas marxista leninistas para dirigir el enfrentamiento y derrotar a los reaccionarios, en la teoría y en la práctica, en la paz y en la guerra, usando todas las formas de lucha, en cualquier condición que se presente. Esto es vital ratificarlo para poder crecer y avanzar en el seno de nuestros pueblos, sin desperdiciar la oportunidad.

Los tiempos que vivimos y los que se avecinan son muy complejos, eso exige de las organizaciones marxista leninistas a nivel nacional e internacional profundizar la claridad ideológica, consolidar la unidad de acción, ajustar la táctica, corregir debilidades, actuar con una sola línea y como un bloque sólido, para presentar a las masas del mundo una verdadera opción de triunfo contra el fascismo y la derecha, alumbrando el rumbo de la revolución proletaria y el socialismo a todas aquellas organizaciones e individualidades dispuestas a luchar.

"El socialismo sólo se construye con la alianza obrero campesina en el poder y el pueblo en armas".

Caracas, marzo 2025.


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