Un tema de gran importancia y actualidad en el mundo de hoy, que por eso exige avanzar en las valoraciones y análisis para llegar a conclusiones prácticas y orientarnos en un mundo convulsionado, es la guerra.
“En realidad, la guerra es un fenómeno histórico-social, surgido en una etapa determinada del desarrollo de la sociedad humana y vinculado a condiciones de la vida social transitorias y pasajeras.
Con la aparición de la propiedad privada, las clases y el Estado surgió la necesidad de destacamentos especiales de hombres armados, es decir, del ejército. La guerra se convirtió en un medio de la conquista de tierras ajenas y de la subyugación de los pueblos más débiles.
En base al estudio de la historia de las guerras, particularmente de las guerras de la época imperialista, Lenin llegó a la clasificación científica de las guerras. La teoría marxista-leninista parte del hecho de que hay dos tipos de guerras: las guerras justas, que no persiguen fines de conquista, liberadoras, y las guerras injustas, de conquista. Los objetivos de las guerras justas son: la defensa del país contra una agresión exterior, la liberación del pueblo de la esclavitud capitalista, la liberación de las colonias y países dependientes del yugo imperialista. Las guerras injustas persiguen el fin de la conquista y subyugación de países ajenos y de pueblos ajenos.”
Marx, Engels, Lenin y Stalin nos dejaron numerosos documentos de análisis sobre la guerra, donde las bases y referencias para los marxista leninistas están estudiadas a profundidad y sobre los cuales debemos sustentar nuestros análisis.
Nos dice Lenin en su obra “El socialismo y la guerra: “Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que compren- demos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular. La historia ha conocido muchas guerras que, pese a los horrores, las ferocidades, las calamidades y los sufrimientos que toda guerra acarrea inevitablemente, fueron progresistas, es decir, útiles para el progreso de la humanidad, contribuyendo a destruir instituciones particularmente nocivas y reaccionarias (como, por ejemplo, la autocracia o la servidumbre), y las formas más bárbaras del despotismo en Europa (la turca y la rusa). Por esta razón, hay que examinar las peculiaridades históricas de la guerra actual.”