sábado, 4 de febrero de 2023

EDITORIAL FEBRERO 2023

Los marxistas leninistas siempre debemos estar atentos para aplicar el método del materialismo dialéctico: Analizar en movimiento la concatenación de los fenómenos y la lucha de clases en la actualidad que nos toca vivir, evitando las trampas a las que nos tiene acostumbrados la burguesía para ponernos a trabajar por sus intereses con múltiples excusas.

No es suficiente describir los hechos, es necesario buscar sus causas actuales y pasadas, así como las consecuencias en el corto y largo plazo, el impacto en las diferentes clases sociales, así como la estrategia y táctica que las organizaciones que representan las diferentes clases aplican, unas para mantener la opresión, otras para romperla.

La realidad de la sociedad dividida en clases y el antagonismo entre éstas es uno de los factores fundamentales a tomar en cuenta para no terminar siendo instrumento de la burguesía, en su lucha por mantener el sistema de opresión de clase y aumentar la cuota de ganancia por medio de la explotación del proletariado, fenómeno que opera a nivel internacional y que los grandes monopolios han perfeccionado al punto de obtener ganancias tan cuantiosas que ahora ya se habla de supermillonarios, en un mundo donde la élite burguesa, que representa el 1% de la población mundial, posee la mitad de la riqueza generada, mientras existen en el mundo millones de seres que mueren de hambre.

Esos procesos acelerados de aumento de la acumulación de riquezas por parte de la gran burguesía, en un mundo en crisis, se basan en sistemas de opresión tan variados que van desde la explotación por parte de Google o Facebook a miles de proletarios modernos, muchos de los cuales se creen burgueses.

La explotación ha llegado a tales niveles que muchos asalariados trabajan en su habitación, sin horario y con su propio equipo; otros en la esclavitud en minas en África, la India o América latina, donde la vida no tiene mucho valor, el trabajo sin límite de horario o sin condiciones de seguridad se generaliza en todos los países, así como los ejércitos mercenarios que usan a proletarios sin conciencia de clase para torturar y matar a otros proletarios a cambio de un pago para cumplir otra criminal tarea, necesaria para la burguesía, que los utiliza para amedrentar y mantener la cuota de ganancia a un alto nivel.

Todos estos fenómenos son expresión de los métodos diversos que aplica el capital para extraer la máxima cuota de plusvalía a los trabajadores, que en muchos casos, en medio de una gran alineación, hasta agradecen ser sometidos a esos sistemas de explotación, e incluso llegan a abandonar su tierra, a pie, corriendo grandes riesgos para entregar su fuerza de trabajo a los capitalistas en los países imperialistas que aumentan sus riquezas explotando la naturaleza, la fuerza de trabajo y los mercados de los países dependientes.

Cuando se producen las crisis cíclicas de superproducción relativa y se cruzan con la crisis general, es cuando los mecanismos comunes de explotación son cuestionados, o se demuestran insuficientes para las expectativas de los grandes monopolios, los capitales buscan cualquier excusa para someter o destruir de forma masiva fuerzas productivas, explotando el proletariado de naciones enteras para repartirse el botín y luego usar la reconstrucción como mecanismo para acelerar la acumulación de capital.

La utilización de la guerra como mecanismo del imperialismo para reanimar la economía y salir de la crisis es de vieja data.

Ya a inicios del siglo XX la guerra por el reparto del mundo entre las potencias imperialistas emergentes provocó la destrucción masiva de fuerzas productivas, lo que junto a las revueltas en varios países y el triunfo bolchevique provocó la primera fase de la crisis general del capitalismo.

La gran depresión de los años 30, la segunda guerra mundial y la revolución China generaron la segunda fase de la crisis general del capitalismo.

Desde hace algunos años, las necesidades de expansión del capital han ido generando el aglutinamiento de los grandes monopolios en dos bloques: uno, el tradicional, liderado por EE.UU. y la U.E. Otro, el emergente, liderado por China y Rusia, los cuales compiten por aumentar la explotación de los obreros de sus países y por ampliar sus mercados, lo que los lleva a confrontaciones cada vez más agudas, planteando como desenlace otra guerra mundial.

Lenin y Stalin nos enseñan que el imperialismo es la fase superior del capitalismo y que es un tiempo de guerras y revoluciones.

Las guerras, las hemos vivido de forma permanente en el mundo durante todo el período de existencia del imperialismo, además de las dos guerras mundiales, han ocurrido muchas guerras provocadas y sostenidas por los grandes capitales, no hay duda que se cumple la premisa leninista en el caso de las guerras. 

Hoy tenemos otra posible guerra mundial, debida a las provocaciones del bloque imperialista EEUU-UE en Ucrania para llevar al bloque China-Rusia a la desestabilización y tratar de impedir su avance.

Además de ese escenario de guerra, hay otras provocaciones en Taiwán, Corea y en medio oriente.

¿Y las revoluciones? Es claro que ha habido cantidad de revoluciones, de diverso tipo y en todo el mundo, algunas triunfantes, otras derrotadas, pero cada una es una escuela para el proletariado como realidad histórico universal que se nutre de esas experiencias para construir el camino de su liberación.

En los tiempos que nos toca vivir de nuevo, las masas oprimidas están en las calles del mundo, exigiendo salario y derechos que pretenden ser eliminados por la burguesía. 

Es evidente que el mismo capitalismo genera condiciones objetivas para la lucha revolucionaria, pero es necesario que exista una vanguardia capaz de organizar al proletariado para que en el momento oportuno pueda asumir su papel y dirigir las masas hacia la lucha por el poder.

Es una gran responsabilidad la que pesa sobre las espaldas del Partido marxista leninista, ya que el pueblo en su conjunto debe ser orientado en cada una de las etapas para ir hacia la revolución.

En el caso de Venezuela nuestro Partido ha adoptado una política de acumulación de fuerzas por medio de la formación teórica y práctica en medio del proceso bolivariano, que caracterizamos como de visos democráticos y antiimperialistas, que lleva en su seno la lucha de fracciones pequeño burguesas y burguesas, las cuales en estos momentos está dando expresiones de resistencia ante la agresión imperialista, pero que no abren las puertas a la participación popular, lo que genera niveles de insatisfacción, que unidos a la agresión imperialista y la descomposición de parte de su dirección, afectada por chantajes y corrupción, podrían llevar a una nueva espiral de inestabilidad como la vivida en otras épocas.

Por estas razones y ante los procesos democráticos en curso en América Latina, consideramos que ni la política de Apoyo incondicional, que lleva a subordinarse a la dirección reformista, ni la oposición que conduce a los brazos de la derecha y al aislamiento de las masas revolucionarias son la opción.

Sobre la base de las orientaciones de Lenin y la Internacional comunista en relación con los procesos democráticos en los países dependientes.

La experiencia del mundo con el Frente Popular para la lucha contra el fascismo y el imperialismo, así como por nuestra propia experiencia, es vital mantener la autonomía de clase, aumentar las exigencias de mejora de las condiciones de vida de las mayorías populares, incluyendo el salario y los sistemas de salud, la crítica a la corrupción y la indolencia manifestada por la burocracia, incluyendo la funesta burocracia sindical, manteniendo el apoyo a la lucha contra el bloqueo y agresión del bloque imperialista EE.UU-U.E que sin duda está librando el proceso bolivariano.

Nuestra línea de acción debe continuar promoviendo la reanimación del movimiento popular y su orientación hacia un camino revolucionario de carácter antiimperialista, democrático y popular mientras siga permitiendo a los marxista-leninistas, organizar y educar a las masas, como plantea Lenin en sus tesis sobre el problema nacional y colonial.

Los verdaderos marxista-leninistas debemos mantener la estrategia trazada por la Internacional Comunista, la CIPOML y la táctica aprobada en nuestros congresos, evitando las desviaciones reformistas y ultraizquierdistas, siendo consecuentes con la línea revolucionaria que puede permitir aglutinar a las fuerzas marxista leninista de Venezuela en una tendencia capaz de representar en el futuro una opción para el pueblo.

Así como ayer criticamos la desviación hacia la derecha de BR, hoy denunciamos la desviación del PCV que al ubicar un gobierno democrático como enemigo principal se aleja de las premisas marxista leninistas avanzando en un camino de pragmatismo hacia los brazos de fuerzas tradicionalmente reaccionarias y enemigas del pueblo.

La lucha contra la agresión imperialista y por mejores condiciones de vida que libramos en Venezuela tiene una base justa y engrana con las luchas de la clase obrera y los pueblos en muchos países del mundo, debe ser reconocida como necesaria y darle un carácter de clase y antiimperialistas que la aleje de las tendencias reaccionarias que pretenden manipularlas, por esa razón exigimos del gobierno sentarse a construir un acuerdo sobre las condiciones de vida y producción, pero no con los instrumentos de la burguesía como Fedecamaras, la OIT o la burocracia sindical, sino con los trabajadores, por esa razón rechazamos la tripartita y la complicidad con los traidores y explotadores que promueve la mal llamada "burguesía revolucionaria", trabajando por construir un acuerdo para la unidad obrero, campesino y comunal como instrumento idóneo para derrotar las agresiones capitalistas imperialistas.

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