La
intensidad de la guerra en Ucrania ha ido en un acelerado ascenso, ambos bando,
Rusia y la OTAN principales actores en este conflicto han movido sus piezas,
han cambiado de posiciones, han ajustado sus tácticas en el terreno de la
confrontación.
La táctica de las tropas de la OTAN ha sido golpear puntos muy sensibles que han caído bajo dominio del ejército de Rusia, ejemplo la central nuclear de Zaporiya, el puente de conexión con la Península de Crimea, así como constantes ataques a los territorios del Donbass, Jerson y Zaporiya que realizaron referendo para determinar su anexión a Rusia. Una táctica que tiene el objetivo de mostrar que continuar la conquista de territorio sería un error por parte de Rusia, pero además demuestra que las tropas de ambos bandos no se limitarán por ningún tratado internacional que en papel exigen comportamientos de los cuales ninguno de los factores en conflicto va a cumplir en la realidad inmediata.
Es
algo propio de la guerra, esta cambia todo, las rutas y formas de hacer
economía cambian en el contexto de la guerra, con estos los preceptos
jurídicos, morales, sociales que se presentaban como sagrados intocables, se
convierten en herramientas en manos de los contrincantes para ser profanados
cuando mejor consideren los imperialistas según sus intereses.
La reanudación de los ataques a la ciudad capital de Ucrania y a otras ciudades de importancia es un giro con respecto a la actitud asumida en las últimas semanas por el ejército de Rusia para el curso de la guerra. Mediante este último ataque, Rusia ha enviado un fuerte y claro mensaje sobre de su capacidad militar, la cual experimenta una prueba de fuego ante la ofensiva de la OTAN.
