miércoles, 29 de junio de 2022

V.I LENIN: LA UNIÓN DE LUCHA A LOS OBREROS Y SOCIALISTAS DE PETERSBURGO

Los revolucionarios de Petersburgo viven momentos difíciles. Parece como si el gobierno hubiese reunido todas sus fuerzas para aplastar el movimiento obrero, nacido hace poco y que ha dado pruebas de tanta energía. 
Las detenciones han alcanzado proporciones inauditas y las cárceles están abarrotadas. Se apresa a intelectuales, hombres y mujeres, se apresa también a obreros, que son desterrados en masa. Apenas pasa un día sin que nos traiga noticias de nuevas y nuevas víctimas del gobierno policíaco, que se ha lanzado rabioso sobre sus enemigos. 

El gobierno se ha propuesto impedir que se robustezca y afiance la nueva corriente del movimiento revolucionario ruso. Los fiscales y los gendarmes se jactan ya de que han conseguido aniquilar la Unión de Lucha.

Esa baladronada es una mentira. La Unión de Lucha vive, a despecho de todas las persecuciones. Comprobamos con toda satisfacción que las detenciones en masa prestan su servicio, convirtiéndose en un poderoso medio de agitación entre los obreros y entre los intelectuales socialistas; que el lugar de los revolucionarios caídos lo ocupan otros nuevos, dispuestos a formar con fuerzas frescas en las filas de los combatientes por el proletariado ruso y por todo el pueblo ruso. No puede haber lucha sin víctimas, y a la feroz persecución desencadenada por los bachibozuks zaristas respondemos con serenidad: ¡Han perecido unos revolucionarios: viva la revolución!

La intensificación de las persecuciones ha podido suscitar hasta ahora sólo un debilitamiento temporal de algunas funciones de la Unión de Lucha, una escasez temporal de agentes y agitadores. Precisamente esta escasez se siente ahora y nos obliga a hacer un llamamiento a todos los obreros conscientes y a todos los intelectuales, que deseen poner sus fuerzas al servicio de la causa revolucionaria. La Unión de Lucha necesita agentes. Que todos los círculos y cuantos deseen trabajar en cualquier ámbito de la actividad revolucionaría, por estrecho que sea, se lo den a conocer a quienes tienen contacto con la Unión de Lucha. (En caso de que algún grupo no pueda encontrar a esas personas – cosa muy poco probable-, puede dirigirse a la Unión de Socialdemócratas Rusos en el Extranjero.) Hacen falta hombres para actividades de todo género, y cuanto mayor sea el rigor con que se especialicen los revolucionarios en diversas funciones de la acción revolucionaría, cuanto mayor sea el rigor con que ideen métodos clandestinos y medidas de protección de su labor, cuanto mayor sea la abnegación con que se sumerjan en el trabajo modesto, anónimo y parcial, tanto más asegurada estará toda la obra y tanto más difícil les será a los gendarmes y espías descubrir a los revolucionarios.

El gobierno ha envuelto ya de antemano con una red de agentes suyos no sólo los focos de elementos antigubernamentales existentes, sino también los posibles y probables. El gobierno despliega sin cesar en amplitud y profundidad la labor de sus esbirros que acosan a los revolucionarios, inventa nuevos métodos, introduce nuevos provocadores y trata de presionar sobre los detenidos por medio de intimidaciones, presentación de declaraciones falsas y firmas falsificadas, esquelas apócrifas que se hacen llegar furtivamente a sus manos y otros procedimientos. Sin reforzar y desarrollar la disciplina, la organización y la clandestinidad revolucionarias es imposible luchar contra el gobierno. Y la clandestinidad exige, ante todo, que los distintos círculos e individuos se especialicen en funciones determinadas y que se conceda un papel unificador al núcleo central, el más insignificante por el número de miembros, de la Unión de Lucha.

Las diversas funciones de la labor revolucionaria son infinitamente variadas: hacen falta agitadores legales que sepan hablar entre los obreros de tal manera que sea imposible procesarlos por ello, que sepan decir sólo a, dejando que otros digan b y c. Hacen falta distribuidores de publicaciones y octavillas. Hacen falta organizadores de círculos y grupos obreros. Hacen falta corresponsales en todas las fábricas y empresas, que informen de cuanto ocurra. Hacen falta hombres que vigilen a los espías y provocadores. Hacen falta organizadores de domicilios clandestinos. Hacen falta enlaces para la entrega de publicaciones, para la transmisión de encargos y para establecer contactos de todo tipo. Hacen falta recaudadores de fondos. Hacen falta agentes entre los intelectuales y funcionarios públicos relacionados con los obreros, con la vida de las fábricas, con la administración (con la policía, la inspección fabril, etc.). Hacen falta hombres para enlazar con distintas ciudades de Rusia y de otros países. Hacen falta hombres para organizar procedimientos diversos de reproducción mecánica de publicaciones de toda clase. Hacen falta hombres para guardar publicaciones y otras cosas, etc., etc. Cuanto más fraccionada y pequeña sea la función que asuma una persona o un grupo, tanto mayores serán las posibilidades de que pueda organizarla de una manera bien meditada y garantizarla al máximo contra el fracaso, de examinar todos los pormenores de la clandestinidad, empleando todos los medios imaginables para burlar la vigilancia de los gendarmes y desorientarlos; tanto más seguro será el éxito de la obra; tanto más difícil les resultará a la policía y a los gendarmes vigilar a los revolucionarios y descubrir sus vínculos con la organización; tanto más fácil será para el partido revolucionario sustituir con otros, sin daño para la causa, a los agentes y miembros caídos.

Sabemos que esta especialización es una cosa muy difícil; difícil, porque requiere del hombre la mayor firmeza y la mayor abnegación, porque requiere consagrar todas las energías a un trabajo anónimo, monótono, desligado de los camaradas y que subordina toda la vida del revolucionario a una reglamentación seca y rigurosa. Pero sólo en estas condiciones lograron los adalides de la práctica revolucionaria en Rusia ejecutar las empresas más grandiosas, dedicando años a la preparación polifacética de la obra, y estamos profundamente convencidos de que los socialdemócratas no tendrán menos abnegación que los revolucionarios de las generaciones precedentes. Sabemos también que, de acuerdo con el sistema que proponemos, a muchas personas deseosas de entregar sus energías a la labor revolucionaria les resultará muy duro el período preparatorio indispensable para que la Unión de Lucha reúna los datos oportunos acerca de los individuos o grupos que ofrezcan sus servicios y ponga a prueba su capacidad en algunas misiones. Pero sin esta comprobación previa es imposible la actividad revolucionaria en la Rusia de hoy.

Al proponer semejante esquema de actividad a nuestros nuevos camaradas, exponemos unos principios a los que nos ha llevado una larga experiencia, profundamente convencidos de que este sistema garantiza al máximo el éxito de la labor revolucionaria.


Escrito en el destierro a fines de 1897. Publicado por vez, primera en 1898, en Ginebra


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