martes, 21 de septiembre de 2021

EDITORIAL SEPTIEMBRE 2021


El proceso de modificación de las formas de actuar a nivel internacional están avanzando en el Departamento de Estado en los EE.UU. y debemos estudiarlas; reflejan por una parte, el cumplimiento de una etapa de presiones políticas directas, y por otra el interés en lograr los objetivos planteados con el menor esfuerzo, en esto tal vez se resume la política "over the Horizon" del presidente Biden, la cual está muy relacionada a la continuidad de la supuesta "lucha contra el terrorismo" que no es más que la intervención directa en otros países, aplicando las tesis del caos constructivo, los cambios ineludibles hacia la energía verde, el Internet de las cosas y el intento de construcción de una nueva hegemonía con alianzas más cercanas a Reino Unido y Australia para enfrentar cada día de forma más abierta al bloque China - Rusia en todos los flancos y con tropas aliadas ampliando su capacidad al tener una mayor reserva operativa (sacada de Afganistán y dispuesta para ir a cualquier frente) dejando en su lugar a sus aliados talibanes.

Los objetivos de Estado se están llevando a cabo y eso seguirá ocurriendo, independientemente de quien sea el presidente. No importa si es un loco extremista de derecha o un señor con problemas de memoria debidos a la edad. Lo que sí es determinante es la influencia del lobby en la aplicación de la política más favorable a los intereses de los monopolios que manejan la política imperialista de EEUU.

La salida de tropas de Afganistán de forma estrepitosa está siendo investigado por algunos congresistas en EE.UU. que consideran que además de la mala planificación existen indicios de una corrupción desenfrenada durante 20 años y seguramente eso llevará a consolidar la idea de trabajar por "medio de contratistas" que contribuirán a enriquecerse aún más a los grupos del complejo industrial militar.

La "derrota" del bloque imperialista EEUU-UE y su salida dejó grandes cantidades de armas en Afganistán con el objetivo premeditado de implantar una bomba de tiempo en el costado de sus contrincantes, mientras sacan sus tropas, crean un nuevo "Estado Islámico" ahora dirigido por los talibanes, desestabilizan la región y buscan frenar, en su propia región y a menor costo, los avances de sus contrincantes. Es una jugada planificada para expandir la violencia ultra reaccionaria por medio de una acción retrógrada en el marco de la política de dejar una fuerza amenazante en la frontera de Irán, China y Rusia a través de Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

Mientras eso ocurre en Asia, en América latina se da un proceso de reanimación de las fuerzas populares, democráticas y de izquierda con protestas en Colombia, El Salvador, Ecuador, Brasil y Honduras contra los gobiernos de derecha, igualmente la lucha contra la agresión imperialista continúa en Cuba, Venezuela, Nicaragua y se abren nuevos escenarios en Perú.

En relación a nuestro país diálogos de México son apenas una expresión de la lucha entre los dos bloques imperialistas confrontados, por eso quienes allí están sentados no podrá llegar a verdaderos acuerdos, si estos no son avalados por EEUU y Rusia. Para el bloque EEUU-UE la jugada es tratar de lavar la cara a sus actores políticos que se encuentran fuera del país y que están totalmente desconectados de las masas y de la realidad nacional para que ingresen de nuevo a la arena política y preparar así las condiciones para su próxima ofensiva ya que la debacle de Guaidó y su política entreguista es irreversible, por eso necesitan oxígeno para lanzar su próximo ataque tal vez en 2022.


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