La cultura burguesa representó un avance formidable a las formas de conciencia social cuando la burguesía aun era una clase en ascenso, cuando las relaciones de producción capitalistas se encontraban relativamente niveladas al desarrollo de las fuerzas productivas. Fue de esta manera, como surgieron importantes logros como la ilustración, representada por las obras de los filósofos materialistas de Francia en el siglo XVIII y la filosofía clásica alemana del siglo XIX.
Sin embargo, en el siglo XX, con el dominio mundial de los monopolios, se inaugura la era del imperialismo. Las fuerzas productivas en su continuo desarrollo, fueron dejando atrás a las ya atrasadas relaciones de producción capitalistas. La cultura burguesa entra en una etapa de declive, deterioro y destrucción moral derivada del deterioro de la base económico que la sustenta.
C. Caudwell, refiriéndose a esto nos dice:
"No hay que ser marxista para declarar que la cultura burguesa se halla seriamente enferma. La discordia existe en el arte, la ciencia, la religión, la economía y la ética, y de los escritos de los líderes reconocidos de la cultura contemporánea, desde Einstein a Freud podrían sacarse mil confesiones de aturdimiento y pesimismo."
Caudwell escribió estas líneas en el período intermedio entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial (1918-1939). Aquí, acusa el estado de ánimo de los cancerberos de la cultura burguesa, estado de ánimo que con el desarrollo de la crisis general del capitalismo, las cada vez más frecuentes crisis cíclicas, ha acelerado este proceso de putrefacción de la moribunda cultura burguesa y que desemboca en nuestros días con tendencias como el Reggaetón, las llamadas "tribus urbanas" y toda clase de movimientos alienantes y vacíos creados por el imperialismo.
Al mismo tiempo, se desarrolla la cultura popular. Las masas en países como Venezuela, han sabido aprovechar las inversiones del gobierno bolivariano en esta materia. Una importante capacidad organizativa en todos los ámbitos, ha permitido que surjan movimientos culturales que van desde medios de comunicación, música, escultura, pequeña producción, hasta las grandes inversiones en publicaciones de obras literarias y políticas en todo el país. Vivimos en un momento excelente para nuestra cultura.
Pero aun existe la burguesía como clase dominante. Este es el gran problema de nuestra sociedad. Las maneras burguesas son el intermediario entre el cultor y el pueblo, los intereses económicos de la clase dominante determinan el tipo, cantidad y forma de la cultura que consumirán las masas. Bajo estas condiciones la cultura popular se encuentra atada de manos y su influencia, por ejemplo en la juventud, es mínima con respecto a la capacidad de la burguesía para imponer sus patrones de gusto y conducta por medio de sofisticadas técnicas de mercado y publicidad de consumo.
La crisis capitalista y la lucha de clases, determinan el auge de la nueva cultura y la muerte de la corrompida cultura burguesa. De la organización de los trabajadores revolucionarios y el triunfo del comunismo depende la libertad del espíritu creador humano en la sociedad socialista, sin las trabas mercantiles que en la actualidad le someten a satisfacer a los monopolios.
Por: Pedro Meléndez
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