Enver Hoxha, ejemplo fiel de como debe ser el temple de un militante comunista |
Por: Jesús Guzmán
Extraído de Acero Revolulcionario N° 20
La organización de los comunista, su estado mayor requiere sistemáticamente ir superando debilidades en sus estructuras y cuadros dirigentes. Las tareas de destrucción de Estado burgués sugieren la suma de voluntades de cientos de hombres y mujeres, que consientes y atinados en el compromiso revolucionario, trabajan horas extras para la construcción, el crecimiento y el desarrollo del partido en pro de la liberación de la humanidad. Esta tarea nos sugiere un estudio sistemático y disciplinado de las ciencias políticas, sociales y económicas, que nos permitan elevar la agudeza teórica, aferrándonos a los principios revolucionarios, al nivel más alto de la creación humana: el marxismo leninismo.
Si logramos concentrarnos en nuestra labor, (por demás dinámica e intensa) enfrentaremos con mayor efectividad las difíciles y complejas situaciones de la lucha política. Las mismas que con el desarrollo de las ciencias militares y la tecnología de la informática en manos del imperialismo, les permiten hacer más y mejor seguimiento de inteligencia y espionaje a las organizaciones revolucionarias de mundo. Hoy el enemigo de clase nos plantea nuevos retos, retos que solo bajo las alas de la organización férreamente leninista y la supremacía del partido serán superadas.
Este proceso de temple, de exigencia al máximo a cada uno de los militantes del partido, hace posible que la organización se desarrolle en la acumulación cuantitativa y cualitativa de la política y de sus cuadros, cada hombre, cada mujer militante que con mejores condiciones nos garantizarán el ascenso en cada lucha, que responderán a la táctica y la estrategia de la organización, que siempre van en ascenso permanente hasta la victoria final frente a la barbarie capitalista.
Hemos comprobado que la construcción partidista atraviesa momentos duros, que ponen a prueba la solidez política e ideológica de toda la organización, de sus estructuras y militantes, y no podría ser de otra forma, puesto que la misma está en movimiento, en cambio y en desarrollo dialéctico; en la unidad y lucha, en la acumulación que nos orienta al tránsito de alcanzar lo que queremos ser.
Encarnizada lucha ideológica, necesaria en cada uno de nosotros permanentemente, para no sucumbir pulverizados a causa de la poderosa máquina de mezquindades como el individualismo, la arrogancia, la flojera, el autoritarismo, reflejo de la ideología burgueas, maquinaria que logra aplastar a buenos y duros combatientes, que caen como castillo de arena en ciertas etapas de la lucha revolucionaria. Sucumbiendo ante el entramado ideológico dominante que a diario nos sale al paso, y pone a prueba nuestra entereza como comunistas.
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