Para los marxistas leninistas tener claridad sobre el problema del Estado en muy importante. En la lucha política e ideológica que el proletariado desarrolla a diario contra la burguesía, este tema implica candentes discusiones en el seno de las organizaciones revolucionarias.
Lenin en su libro el Estado y la Revolución, destaca la importancia de que los revolucionarias tengan claridad política sobre este tema para así, poder orientar al proletariado y agregaríamos a los sectores populares en general en la lucha política revolucionaria.
En el plano ideológico, la discusión que se plantea sobre el tema del Estado, impone la ardua tarea para los marxistas leninista de ponerse a la cabeza de esta confrontación que se desarrolla contra los reformistas y contra los revisionistas de toda calaña. Reformistas y revisionistas, han ubicado todos sus esfuerzos en desorientar al proletariado, para lograr esto, tergiversan de manera permanente los principios revolucionarios, realizan incorrectas interpretaciones de los postulados revolucionarios, desviando al proletariado de sus intereses, despojando de la fuerza revolucionaria los planteamientos marxistas leninistas y adaptándolos a los intereses de la clase dominante.
Los reformistas intentan con estas acciones avanzar en su guerra contra los principios del socialismo científico, para los reformitas, la revolución proletaria es algo que debe ser cambiado por el “sensato” planteamiento de la revolución pacífica. Para ellos, los planteamientos que reivindican la revolución a través de la violencia revolucionaria es algo que pertenece al pasado, los reformistas pregonan que las revoluciones deben ”adaptarse a los nuevos tiempos” , acusan a quienes levantamos de manera consecuente las banderas del marxismo leninismo, y reivindicamos los postulados del socialismo científico (entre ellos el de la dictadura del proletariado) como “dogmáticos”, todo esto para tratar de justificar sus posiciones conciliadoras y oportunistas.
Si comprendemos el desarrollo de la lucha revolucionaria, como ésta se manifiesta en lo ideológico y la necesidad de llevarla hasta sus últimas consecuencias, entonces entenderemos también la necesidad de que temas tan importantes, entre ellos el del Estado, queden totalmente claras en el seno del proletariado revolucionario.
Al revisar algunas concepciones sobre el Estado, podemos contrastar las diferencias existentes entre los planteamientos burgueses y los del proletariado. Cada clase social tiene sus intereses distintos por los cuales lucha. Para los marxistas leninistas, el Estado es un órgano que sirve a una determinada clase para imponer su dominio sobre otra; para los socialdemócratas, el Estado es un ente regulador y organizador de las relaciones que realizan las personas en una determinada sociedad, esconde esta concepción las contradicciones de clase y la lucha irreconciliable que existe entre las mismas. En el caso de la actual sociedad capitalista, esta se apoya en el Estado burgués, esto se traduce en que las instituciones educativas, jurídicas, entre otras coordinen sus funciones y acciones a favor de mantener a la burguesía en el poder, para favorecerla en lo económico y político, para que goce de grandes privilegios; como contraparte tenemos a una mayoría sometida a miseria y explotación, a la enfermedad y la muerte para mantener estos privilegios.
En el Estado y La Revolución, Lenin dice algo que está muy vigente a pesar de haber transcurrido décadas de haberse publicado por primera vez esta obra. Lenin nos ilustra una realidad que se presenta de manera permanente en la realidad política en que vivimos, así escribe Lenin: “ocurre hoy con la doctrina de Marx, lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de de las clases oprimidas en su lucha por a liberación. En vida a los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña mas desenfrenada de mentiras y calumnias”. Con estas aseveraciones, Lenin expone de manera magistral lo que décadas después siguen viviendo los revolucionarios como los marxistas leninistas con temas tan candentes e importantes para las organizaciones revolucionarias, como por ejemplo el Estado. En la actualidad muchos de palabras reivindican a Marx, Engels y Lenin, pero en las acciones prácticas contradicen sus postulados, tratan de confundir sus planteamientos adaptándolos a fórmulas que despojan el contenido revolucionario al marxismo.
Hoy en día, muchos hablan de Marx, Engels y Lenin con palabras de reconocimiento, pero en la realidad práctica tergiversan sus propuestas teóricas y hasta tratan de ridiculizarlas exponiéndolas como algo obsoleto, que no se adapta a las necesidades de la realidad actual. Alaban al marxismo de palabras, pero se enfrentan con sus acciones a los planteamientos que éste expone como necesidad para que el proletariado se libere del capitalismo.
Muchas veces hemos oído; por ejemplo, invocar a Marx por personas que en la realidad práctica demuestran su distancia sobre el planteamiento marxista. Por ejemplo en el tema del Estado, hemos oído a muchos pseudos marxistas exponer que es posible la revolución desmontando el estado “poco a poco”, en los mismos, se evidencia la influencia de los elementos oportunistas. Estas posiciones intentan desconocer la necesidad de la revolución proletaria, exponen la posibilidad de la conciliación de clases.
En la batalla que Lenin sostuvo contra algunos embajadores del oportunismo, podemos destacar una por la particularidad que presenta, nos referimos a los enfrentamientos en el plano político e ideológico que tuvo contra Kautsky. Éste, en sus planteamientos alegaba “defender” al menos teóricamente algunos planteamientos del marxismo con respecto al Estado, pero en la práctica hacen todo lo posible por despojarlo de todo elemento esencial, en sus planteamientos, éste renegaba de la revolución proletaria por vía de la violencia revolucionaria, por el contrario, defendía planteamientos que pretendían llevar al proletariado a conciliarse con las propuestas de la burguesía.
Hoy tenemos muchos Kaustky que se presentan como defensores del socialismo, pero en la práctica llaman a no confrontar, piden a los trabajadores y sectores populares en general renunciar a la violencia revolucionaria. Estos factores no comprenden que la burguesía no renunciará de manera pacífica al dominio que ejerce sobre la sociedad, que la explotación y opresión a la que somete a millones de hombres y mujeres no cesará por decretos o por la vía de hacer comprender de “buenas maneras” a los burgueses que todos podemos vivir en paz, querer imponer al proletariado y sectores populares en general tal conciliación es hacerle el juego a la burguesía.
Se habla de la posibilidad de la revolución socialista sin la necesidad de emplear la violencia revolucionaria, se intenta desplazar en el discurso y en la práctica al proletariado como el sujeto histórico de la revolución. Se habla de realizar la revolución con “ciudadanos”, borrando así el elemento de clase, pues como “ciudadanos” burgueses y proletarios pueden alcanzar el mismo estatus, “todos” somos ciudadanos no importa si son explotadores y oprimidos, esta igualdad es propia de la concepción burguesa.
Es necesario dejar en claro que no hacemos apología de la violencia. Muchos, manipulando el planteamiento de los marxistas leninistas, intentarán confundir a las masas diciendo que somos unos violentos sin razón, pero nada más alejado de la realidad, sólo exponemos la realidad que plantea una sociedad dividida en clases. Si intentemos superar la miseria, la explotación y opresión a que es sometida la mayoría en el capitalismo, no hay otra forma que destruyendo al Estado burgués, pueden darse algunas reformas y cambios dentro del marco burgués, pero los mismos no se mantendrán en el tiempo, no significarán la liberación del yugo capitalista.
Mientras el control de la economía, de los medios de producción, (industrias, tierras, materia prima) esté en manos de la burguesía, las mayorías estarán sometidas. Mientras el Estado burgués solo sufra reformas y no sea destruido por la acción revolucionaria del proletariado junto al campesinado pobre, el sometimiento de las mayorías a los intereses de una minoría no dejará de ser una terrible realidad, no es haciendo nuevas leyes que se transforma la sociedad. Solo la revolución socialista que acabe con la propiedad privada sobre los medios de producción, construya el Estado de nuevo tipo, el socialista, desarrolle la economía planificada, y tenga real control obrero sobre la producción significará la superación real del capitalismo.
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