Para llevar a cabo esos ideales es necesario acumular fuerza suficiente para cumplir la responsabilidad histórica de enfrentar y derrotar al enemigo de clase, teniendo claro el objetivo estratégico de la toma del poder político por parte de los explotados y la instauración del Estado de obreros, campesinos y comunas para desplazar así definitivamente del poder político a los opresores internos y externos.
La práctica nos ha confirmado, que se requiere, además de la organización de vanguardia, la fuerza del pueblo organizado y en movimiento para cumplir las metas revolucionarias en cada una de las etapas de la revolución. Una vez organizada la vanguardia hay que trabajar por la coordinación de esfuerzos y el empuje unitario de los explotados a nivel nacional e internacional para poder derrotar al enemigo común, por esa razón, las ideas de trabajar por unificar esfuerzos sectoriales y regionales siempre son necesarias, por lo que nunca nos podemos cansar de trabajar por su logro, insistiendo de forma permanente en consolidar el papel dirigente del partido del proletariado en íntima conexión con las masas populares y sus requerimientos.
Entre los mecanismos de acumulación está el Frente Popular, que exige un profundo debate para llegar a acuerdos con todos los sectores sociales revolucionarios en una dinámica permanente de intercambio de ideas, consolidación organizativa y de acciones conjuntas. Partiendo de las premisas ya esbozadas, no debemos dejar de insistir en la promoción del marxismo leninismo como método, ya que nos permite un diagnóstico de la situación concreta, planteando objetivos, metas, tareas acordes al nivel de luchas y expectativas que puedan llevar a éxitos en la acumulación de fuerzas.
La vinculación con las masas explotadas y oprimidas es decisiva para poder ejecutar la política, que en las condiciones de Venezuela se resume en apoyo crítico con exigencias, como la línea más acertada en un país agredido por la principal potencia imperialista del mundo, que tiene grandes contradicciones internas entre grupos de poder gubernamental e intereses de clase. Trabajar por la organización y movilización permanente contra el imperialismo es una tarea fundamental, entendiendo que vivimos la fase superior del capitalismo, y que en esta fase se da una expansión del capital financiero, de los monopolios, la agudización de confrontaciones y lucha por un nuevo reparto del mundo entre dos bloques imperialistas bien definidos: EE.UU. UU - U.E. y China -Rusia.
Es necesario valorar el panorama internacional y las consecuencias a nivel nacional y local, partiendo de que cualquiera de los bloques imperialistas solo busca el beneficio de sus monopolios.
De allí que sea muy importante asumir que estamos en presencia de la agudización de las contradicciones fundamentales de la época, donde la lucha entre esos dos bloques imperialistas por un nuevo reparto del mundo es un hecho, como también lo es la resistencia de los países dependientes a ser negociados entre las potencias imperialistas y la lucha de clases entre los explotados y la burguesía para mejorar las condiciones de vida o impedir el mayor deterioro, que implica hambre y miseria para las mayorías populares.
En esos 3 niveles de confrontación estamos involucrados, por lo que debemos consolidar una línea de acumulación de fuerzas proletaria, que permita superar las limitaciones y expandir nuestra presencia a nivel nacional e internacional, aprovechando el acumulado histórico que los revolucionarios hemos logrado en siglos de lucha y educación política, con grandes sacrificios y esfuerzos, lo que nos permiten hablar con justeza y orgullo de nuestra historia y nuestro planteamiento estratégico en cualquier escenario.
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