viernes, 30 de noviembre de 2018

La Primera Internacional y la lucha ideológica de marx contra los anarquistas

por: M. Contreras

La I° Internacional o Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) nació el 28 de setiembre de 1864, en una reunión celebrada en Londres con delegaciones de trabajadores de Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. La fundación de la AIT se dio después de un largo período de retrocesos, resultado de la derrota de las revoluciones de 1848-49.


El papel fundamental de Marx
Marx logró que tanto en el Mensaje inaugural como en los Estatutos se mantuvieran las ideas más importantes formuladas en el Manifiesto Comunista de 1848: la necesidad de una organización independiente de la clase obrera, la pelea por la liberación completa en el terreno económico a la que sólo se puede llegar por medio de la lucha política, la necesidad de la unidad de los trabajadores de las distintas ramas económicas y de los distintos países para enfrentar al capitalismo4. Marx pudo hacer esto de forma tal que fuera aceptable para el movimiento obrero de ese momento, que estaba más extendido y desarrollado en todos los países, pero era menos consciente en cuanto a las ideas revolucionarias, luego de años de retroceso. Para Marx éste era el punto de partida para el posterior avance de la conciencia de los trabajadores.

De conjunto, la AIT cumplió dos funciones fundamentales: en primer lugar, permitió agrupar a todas las organizaciones obreras reales que existían en ese momento. Al mismo tiempo, ayudó a que las mismas avanzaran en una conciencia clara de sus objetivos.

Primera Internacional se desarrolló en un contexto marcado por surgimiento de un nuevo movimiento obrero, de un auge de sus luchas y de su organización, y los integrantes de la Internacional van a ser activos protagonistas. Al mismo tiempo, en la clase obrera se dio un importante proceso de clarificación ideológica y política, expresado en la propia Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en los debates entre las diferentes corrientes que la componían.

La emancipación de los trabajadores y lucha de clases
Entre las corrientes que componían la AIT, una de las de mayor influencia era la tendencia anarquista que se basaba en las ideas de Pierre Joseph Proudhon, quien sostenía que el mejoramiento de la situación de los trabajadores pasaba por convertirse en pequeños propietarios mediante asociaciones obreras de ayuda mutua, especies de cooperativas de crédito y consumo. 

Este planteo, sostenido por sus seguidores en las filas de la Primera Internacional, alejaba a los trabajadores de la necesidad de la lucha de clases contra la burguesía y su Estado y empalmaba con las ilusiones de un sector importante del nuevo movimiento obrero francés de lograr la emancipación por medios pacíficos.

Marx y Engels enfrentaron a esta corriente planteando que no se puede avanzar hacia la emancipación de los trabajadores dejando en paz a la sociedad capitalista existente, porque es ésta la que no deja, ni dejará nunca en paz a los trabajadores para asociarse libremente como productores. La lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía no se puede eludir porque la explotación del trabajador es la fuente de la ganancia de los capitalistas y el fundamento del sistema.

A su vez, esta lucha adopta necesariamente un carácter político porque el Estado es un instrumento para la opresión de los trabajadores y sale al cruce allí donde el movimiento obrero pelea decididamente por sus derechos.

La tendencia de los proudhonianos a mantener a la clase obrera por fuera de la lucha de clases los llevaba incluso a rechazar la existencia misma de sindicatos y a estar en contra de las huelgas como método de lucha por considerarlas perjudiciales para los trabajadores en tanto desorganizaban la producción.

Como resultado de estos intensos debates se forma un bloque entre Marx y los dirigentes ingleses de las trade-unions que derrota a los proudhonianos, logrando que la AIT se pronuncie a favor de las huelgas y la organización de sindicatos.

Lucha política “de presión” o lucha política revolucionaria
El primer Congreso de la Internacional (1866), también estuvo atravesado por la enorme lucha que estaban llevando adelante los trabajadores ingleses encabezado por las trade-unions por el derecho al voto para los trabajadores.

En torno a esta lucha se dio otro importante debate en la AIT, esta vez entre Marx y los dirigentes de las trade-unions. Marx les criticaba que tuvieran confianza en los sectores de la burguesía que se decían democráticos. La clase obrera no podía confiar en la buena voluntad de los capitalistas sino exclusivamente en sus propias fuerzas. Los trabajadores tenían que defender a capa y espada su independencia política respecto a los explotadores y su Estado.

Marx tuvo razón. Los burgueses “democráticos” se comprometieron a abandonar el movimiento ni bien obtuvieron el voto para ellos. Sin embargo, para lograr frenar las movilizaciones, el gobierno igualmente tuvo que otorgar el derecho al voto a un sector de la clase obrera, Marx alertaba que la emancipación de la clase obrera no puede llegar por una acumulación progresiva de conquistas parciales que la burguesía siempre trataría de revertir ni bien le fuera favorable la relación de fuerzas.

A diferencia de los representantes ingleses de las trade-unions, para Marx la lucha política no era una lucha para presionar al parlamento como complemento de la lucha sindical, sino una lucha por el poder de los trabajadores que implicaba la preparación de la clase obrera en cada combate parcial para una inevitable lucha revolucionaria contra la burguesía y su Estado. Los capitalistas ya habían demostrado en las revoluciones de 1848 que eran capaces de todo para mantener su dominación y, como veremos más adelante, lo volverían a mostrar pocos años después frente a la insurrección de los trabajadores de París en 1871.

Polemica con bakunin en lo que respecta al Estado.
A partir de 1868 se incorpora a la Internacional la tendencia de Mikail Bakunin que venía cobrando fuerza durante aquellos años. Bakunin era anarquista, pero a diferencia de los proudhonianos consideraba que para conquistar la liberación de los oprimidos era necesario hacer una revolución que destruyera al Estado burgués. En esto coincidía con Marx y Engels, sin embargo, Bakunin se oponía a toda acción política de la clase obrera.

Bakunin consideraba que los trabajadores no debían organizar partidos políticos propios. Rechazaba toda lucha política en la sociedad existente, como por ejemplo la lucha por el derecho democrático al voto que habían protagonizado los trabajadores ingleses, porque según él no hacía más que fortalecer al Estado. Marx criticaba duramente este abstencionismo porque dejaba, de hecho, la acción política en manos de partidos burgueses.

Estas diferencias también se expresaban a la hora de pensar la conquista del poder de los trabajadores. Según Bakunin los burgueses tienen el poder económico solo porque existe el Estado, si deja de existir el Estado la sociedad capitalista se derrumba sin más, abriendo directamente el paso a la emancipación de los oprimidos. Para Marx el dominio de la burguesía no se limita al Estado, sino que su poder parte de que tienen la propiedad privada de los medios de producción (son los dueños de las fábricas, los transportes, las materias primas, etc.). Con lo cual la resistencia de los capitalistas, continua e incluso se profundiza una vez que la revolución logra quebrar el aparato del Estado capitalista.

Por todo esto, Marx planteaba que la clase obrera debía oponerle al Estado burgués su propio poder estatal para imponer su dominación sobre la burguesía y para concentrar en sus manos los medios de producción sociales, y ponerlos en función de un plan económico, donde se produjera para las necesidades de las mayorías y no para la ganancia de los capitalistas.

Sin embargo, no se trataba para Marx de cualquier poder estatal. Si bien todo Estado existe para la dominación de una clase por otra, en este caso, el Estado que debe construir la clase obrera por primera vez en la historia, no buscará dominar a las mayorías sino al contrario, que las grandes mayorías participen verdaderamente del gobierno cotidiano, y que los mecanismos de dominación recaigan sobre la pequeña minoría de antiguos opresores y sus agentes.

Estas discusiones pronto superarán el terreno de los discursos. La clase obrera se va enfrentar prácticamente a este problema en 1871, poniendo a prueba los diferentes programas y estrategias que tenía hasta entonces el movimiento. En aquel año por primera vez en la historia el proletariado va a poner en pie un gobierno propio: la Comuna de París.

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