LINEAS DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA EN LA LUCHA SINDICAL
Adoptadas por el IV Congreso de la Internacional Comunista, diciembre 1922.
I. LA SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL EN DICIEMBRE DE 1922.
Desilusionada por la ofensiva capitalista y la permanente colaboración de clases, parte de las masas obreras intenta crear nuevas organizaciones, mientras que una gran cantidad de obreros poco conscientes está abandonando sus organizaciones. Para muchos, el sindicato ha dejado de ser el centro de atracción porque no ofrece resistencia, y en muchos casos no quiere resistir, a la ofensiva capitalista, 3. En todos los países, el movimiento sindical demuestra inestabilidad interna. Grupos bastante numerosos de obreros se alejan continuamente de él, mientras los reformistas ejecutan con fervor su política de colaboración de clases
II. LOS ANARQUISTAS Y EL COMUNISMO
El ala anarquista del movimiento obrero comenzó una ofensiva, contra la Internacional Comunista, los Partidos Comunistas y las células comunistas en los sindicatos. Cierto número de organizaciones anarcosindicalistas se declararon abiertamente enemigas de la Internacional Comunista y la revolución rusa, pese a su solemne adhesión a la Internacional Comunista en 1920 y a sus declaraciones de simpatía con el proletariado ruso y la Revolución de Octubre.
En nombre de la autonomía sindical, ciertas organizaciones sindicalistas excluyen a los partidarios de la Internacional Sindical Roja en general y a los comunistas en particular. De ese modo, el lema de independencia, alguna vez superrevolucionario, se ha convertido en anticomunista, es decir, en contrarrevolucionario.
La acción de los anarquistas contra la Internacional Comunista, la Internacional Sindical Roja y la revolución rusa provocó la división y la confusión en sus propias filas. Los mejores elementos de la clase obrera han protestado contra esta ideología. El anarquismo y el anarcosindicalismo se han escindido en varios grupos y tendencias que libran una lucha encarnizada en favor o en contra de la Internacional Sindical Roja, de la dictadura proletaria y de la Revolución Rusa.
III. NEUTRALIDAD Y AUTONOMÍA
La influencia de la burguesía sobre el proletariado se refleja en la teoría de la neutralidad, según la cual los sindicatos deberían limitarse exclusivamente a objetivos económicos, estrechos y corporativos, y no a objetivos de clase.
Esta teoría de la neutralidad siempre se ha basado en el argumento de que los sindicatos deben interesarse únicamente en los problemas económicos, sin mezclarse en política. La burguesía siempre tiende a separar la política de la economía, porque comprende perfectamente que si logra confinar a la clase obrera en el marco de los intereses corporativos, ningún peligro serio amenazará su dominación.
Esta misma separación entre economía y política es sostenida por los elementos anarquistas del movimiento sindical, para apartar al movimiento obrero de la lucha política con el pretexto de que toda política está dirigida contra los obreros. Esta teoría, de esencia puramente burguesa, es presentada a los obreros como la teoría de la autonomía sindical, que es interpretada como una oposición de los sindicatos al Partido Comunista y una declaración de guerra al movimiento obrero comunista, con el pretexto de independencia y autonomía.
La autonomía en todas sus formas, ya sea anarquista o anarcosindicalista, es una doctrina anticomunista a la que debe oponérsele una decidida resistencia, porque lo mejor que puede salir de eso es la independencia con relación al comunismo y un antagonismo entre sindicatos y Partidos Comunistas
IV. SINDICALISMO Y COMUNISMO
Los anarcosindicalistas confunden sindicatos y sindicalismo presentando a su partido anarcosindicalista como la única organización realmente revolucionaria capaz de llevar la acción proletaria hasta el final. El sindicalismo, que constituye un inmenso progreso en relación con el trade-unionismo, presenta sin embargo numerosos defectos y aspectos perjudiciales, que deben ser combatidos resueltamente.
Los comunistas no pueden ni deben, en nombre de abstractos principios anarcosindicalistas, renunciar a su derecho a organizar “células” en el seno de los sindicatos de cualquiera color. Nadie puede privarlos de ese derecho.
Los comunistas deben tomar la iniciativa de crear, en los sindicatos, un bloque con los obreros revolucionarios de otras tendencias. Los más próximos al comunismo son los “comunistas sindicalistas”, que reconocen la necesidad de la dictadura proletaria y defienden contra los anarcosindicalistas el principio del Estado obrero. Pero la coordinación de acciones presupone una organización de los comunistas.
Poniendo sus principios en práctica del modo más enérgico y consecuente y combatiendo las teorías anticomunistas de autonomía y separación de la política de la economía, concepciones dañinas para el avance revolucionario de la clase obrera, los comunistas deben esforzarse, en el seno de los sindicatos de cualquier color, por coordinar sus actividades en la lucha práctica contra el reformismo y la falsa combatividad anarcosindicalista.
V. LA LUCHA POR LA UNIDAD SINDICAL
La consigna de la Internacional Comunista contra la escisión sindical debe ser aplicada con indesmayable energía, a pesar de las furiosas persecuciones de comunistas que realizan los reformistas en todos los países. Los reformistas recurren a las expulsiones para provocar escisiones. Persiguiendo sistemáticamente a los mejores elementos de los sindicatos, esperan que los comunistas pierdan la cabeza, que abandonen los sindicatos y renuncien al plan profundamente meditado de conquistar los sindicatos desde adentro…
La escisión del movimiento sindical, sobre todo en las condiciones actuales, representa el mayor peligro para el movimiento obrero en su conjunto. La escisión en los sindicatos obreros haría retroceder a la clase obrera varios años, porque la burguesía podría entonces revertir fácilmente las conquistas más elementales de los obreros.
En los países donde existen dos centrales sindicales nacionales (España, Francia, Checoslovaquia, etc.), los comunistas deben luchar por la fusión de las organizaciones paralelas. Dado el objetivo de fusionar los sindicatos actualmente escindidos, no es conveniente que los comunistas y obreros revolucionarios individuales se separen de los sindicatos reformistas para incorporarse a los sindicatos revolucionarios. Ningún sindicato reformista debe quedar desprovisto del fermento comunista.
Todo comunista debe tener presente que la escisión de los sindicatos no es solamente una amenaza para las conquistas inmediatas de la clase obrera sino también una amenaza para la revolución social.
CONCLUSIÓN
Siguiendo su camino de conquistar los sindicatos y luchar contra la política escisionista de los reformistas, el IV Congreso de la Internacional Comunista declara que es deber de todos los Partidos Comunistas, hacer todo lo que esté a su alcance para impedir la escisión en los sindicatos, poner todos sus esfuerzos para restaurar la unidad sindical donde haya sido destruida, y lograr la adhesión del movimiento sindical de sus países a la Internacional Sindical Roja.
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