Las calles de EE.UU, principal potencia imperialista se estremecen, la agitación que antes era propia de los países dependientes ahora se presenta en su propio terreno. Miles de hombres y mujeres abrumados por las consecuencias nefastas de la crisis toman las calles en diferentes partes de ese país para manifestar su descontento y el desacuerdo con las medidas adoptadas por el gobierno, las cuales solo buscan proteger a la burguesía.
Wall Street, símbolo del capital financiero mundial, es rodeado por miles de manifestantes quienes acamparon por varios días frente a su sede hasta que fueron desalojados de manera violenta, las imágenes de la represión policial contra los manifestantes recorrieron el mundo, y mostraron la verdad de un país que asume para sí el derecho de calificar quien respeta, o no, los derechos humanos, sin mirar que el primer violador de los derechos humanos en el mundo es el capitalismo.
Es claro que la golpeada economía norteamericana no prevé una recuperación a corto plazo, la situación terrible de los trabajadores se profundizará y por ello las respuestas en rechazo a las medidas de la burguesía se multiplicarán. Esta situación confirma los planteamientos del marxismo leninismo; como lo expresara Stalin en su informe ante el XVII congreso del partido acerca de la labor de CC del P.C (b) de la URSS: “Resultado de la crisis económica persistente es el inusitado empeoramiento de la situación política de los paises capitalistas, tanto en el interior de cada uno de ellos como entre unos y otros”, esto lo podemos ver plasmado hoy en la realidad de las potencias imperialistas, su situación política se desestabiliza cada día más producto de la situación económica y las contradicciones inter imperialistas se profundizan, esto a su vez se traduce en condiciones de vida precaria del proletariado que tiene como única vía la lucha para enfrentar las medidas capitalistas en distintos escenarios.