Si durante la primera fase de la crisis general del capitalismo el triunfo de la revolución rusa en 1917 y el fin de la primera guerra mundial generaron un ascenso de las luchas populares, con inmensa expansión de las ideas marxistas, hubo después cierto equilibrio que fue roto en la segunda fase de la crisis general del capitalismo con el fin de la segunda guerra mundial, la revolución China en el año 1949 y los procesos de liberación nacional que se extendieron en el tiempo y geográficamente por Europa del Este, Asia, África y América Latina; dándole un inmenso impulso al marxismo leninismo que se fue escindiendo en varias corrientes las cuales exacerbaron sus pugnas y dividieron el movimiento comunista internacional por cuenta propia y también bajo estímulo de la inteligencia enemiga, pero a pesar de eso las ideas avanzadas estaban generalizadas y el fascismo estaba totalmente replegado y era atacado socialmente como la lacra que es, ya que la humanidad tenía aún fresca la experiencia criminal de los gobiernos de extrema derecha de Alemania, Italia, Japón y sus secuaces.
Después de la muerte de Stalin ha habido más debilidad y confusión en el movimiento revolucionario, diversas divisiones de la izquierda comunista, en algunos casos necesarias para definir campos y delimitar posición, tomando distancia de las tendencias penetradas por el revisionismo o el reformismo cada vez más entregadas al capital, quedando el marxismo leninismo y con él las verdaderas ideas revolucionarias del proletariado en minoría, lo que ha permitido que la burguesía más reaccionaria, con sus concepciones fascistas, como los casos de Trump, Bukele, Milei o Noboa avancen en América sobre los pueblos.
Es importante valorar como ese mismo fenómeno de fascistización se expande en otras regiones del mundo, llegando ya a reivindicar con descaro y de forma pública ideas y símbolos fascistas, neonazis y racistas, que van normalizándose en una sociedad que ante la falta de una verdadera fuerza proletaria queda debatiéndose entre la derecha y la ultraderecha, entre la socialdemocracia pequeño burguesa y cobarde o el fascismo violento y amenazante que clama venganza y ejecuta su revancha, atentando contra las masas populares y contra la izquierda revolucionaria con especial ensañamiento.