La consolidación del enfrentamiento entre el bloque EE.UU. - U.E. versus el bloque dirigido por China - Rusia en diversos ámbitos es algo cada día más claro e indiscutible que forma parte de la realidad de nuestro mundo actual.
De igual forma es cada día más evidente la intensificación de la revancha violenta de la burguesía contra el proletariado, que a veces puede pasar desapercibida o asumida como la acción de algún "loco excéntrico", pero más allá de casos puntuales y alarmantes, están marcando un ascenso de la extrema derecha en el acontecer de este primer tercio del siglo XXI, con la presencia de actores claramente fascistas en la política e incluso en funciones de gobierno, como hemos visto en Israel, Argentina, Ecuador, Dinamarca, Alemania, Países Bajos, Italia, Portugal, El Salvador o en Francia, España, Rumanía, Turquía, Estados Unidos, por decir algunos de los más afectados, pero también en otros como Colombia, Venezuela, Brasil, México, Nicaragua o también Honduras que se han visto controlados por gobiernos alternativos, pero con la presencia de fuerzas de derecha fascistas bastante violentas y activas promovidas por el bloque imperialista EE.UU.-U.E.
El hecho que al mismo tiempo se produzca la polarización del mundo en dos bloques imperialistas y la reanimación de la extrema derecha va clarificando los alineamientos internacionales en esta etapa de avance de la fascistización con amenazas de expansión de la guerra como producto natural del imperialismo y del método burgués para solventar las crisis profundas de su modo de producción.
Estos fenómenos económicos, políticos y sociales, donde se conjugan enfrentamientos de ambos bloques a través de la disputa comercial o las guerras por medio de mercenarios, con un viraje a la derecha por parte de importantes sectores políticos en todo el mundo, afectan a las amplias masas como consecuencia de la crisis económica, la propaganda reaccionaria, el descontento con la socialdemocracia y la falta de fuertes referentes revolucionarios, son fenómenos que se expresan en la pérdida de derechos laborales y las contadas luchas económicas de los trabajadores, en la debilidad ideológica de las organizaciones políticas y sindicales de clase, la expansión del oportunismo o el pragmatismo político, respondidas estas situaciones desde la derecha con la presentación abierta de organizaciones o caudillos fascistas y su ascenso al gobierno con el apoyo de sectores lumpen en medio de unas masas confundidas.
Estos complejos hechos deben ser identificados y definidos como parte del intento de fascistización, debida a la descomposición de la sociedad capitalista, con posicionamiento del militarismo y las ideas reaccionarias como respuesta de la burguesía, que emplea diversos mecanismos para acceder a los gobiernos, paso previo para eliminar derechos e imponer ya verdaderamente el fascismo, proceso que debe ser analizado para definir las tareas revolucionarias necesarias para enfrentarlo.
La política de los marxista-leninistas contra el imperialismo y el fascismo tiene ya un siglo de aplicación, ha tenido algunos altos y bajos pero el elemento principal, que ha demostrado éxito indiscutible, es que se ha construido sobre la base de asumir la primera línea de combate y promover la unidad popular revolucionaria, colocando siempre las fuerzas proletarias a la cabeza de todas las organizaciones democráticas mediante el ejemplo de combate y la promoción de la organización del Frente Único, tanto como del Frente Popular Antifascista y Antiimperialista, con acciones políticas y sus expresiones correspondientes en los combates directos de calle.