jueves, 10 de julio de 2025

EDITORIAL JULIO 2025

Sin duda alguna, el mundo vive un momento crucial en el cual el derrumbe del viejo modelo de imposición del bloque imperialista EE.UU -U.E. está siendo cuestionado y confrontado por el bloque imperialista emergente dirigido por China - Rusia.

Esto es el punto más visible de la contradicción inter imperialista en la coyuntura actual, aunque existen otros puntos de contradicción dentro de cada bloque, así como puntos de conexión entre potencias y juegos de oportunismo.

La contradicción entre las potencias imperialistas y los países dependientes también está en auge porque no es posible que algún país entregue su independencia, soberanía y riquezas a una potencia imperialista sin que las fuerzas más sanas hagan resistencia y obliguen a los gobiernos a buscar, así sea solo de forma declarativa, la defensa de los intereses nacionales.

Esta contradicción genera problemas a lo interno de las grandes potencias imperialistas que en general se han constituido sobre la opresión de nacionalidades y etnias, que con frecuencia reclaman un papel en el quehacer político y social. Por otra parte, las potencias imperialistas buscan expandir su área de influencia y se ven obligadas a confrontar focos de resistencia naturales o promovidos por otras potencias imperialistas o monopolios antagónicos en áreas específicas.

Luego está la contradicción entre el trabajo y el capital, elemento esencial de la sociedad capitalista, que aflora permanentemente y provoca conflictos, huelgas y choques violentos entre la burguesía y el proletariado, independientemente si el capital es nacional o internacional, de uno u otro bloque.

Esta contradicción fundamental nos coloca en el punto central para la organización del proletariado revolucionario, ya que debemos librarla con las fuerzas propias de la clase obrera y los aliados inmediatos, jamás tendrá a la burguesía de este lado y temporalmente podrá contar con la pequeña burguesía, si le conviene a sus intereses coyunturales.

La burguesía trata de ocultar estos puntos de vista y quiere hacernos ver que los conflictos son motivados por ideas religiosas, étnicas o nacionalismos, pero siempre trata de ocultar la esencia de clase, por esa razón los comunistas marxista leninistas somos reiterativos en buscar la explicación de esos fenómenos con la herramienta científica del materialismo dialéctico y no con concepciones idealistas que buscan mantener la explotación y control del capital sobre el trabajo.

Estas contradicciones las vivimos también en nuestro país. 

Cada cierto tiempo se exacerba una u otra, pero siempre está presente el interés de la burguesía tratando de aumentar el control sobre los explotados, por la vía ideológica, tanto como por la represión.

En la lucha ideológica, nuestro partido debe defender las ideas más avanzadas, las que conducen al esclarecimiento de las vías para ir rumbo al socialismo.

Una de estas es la democracia popular.

Las clases dominantes siempre han hablado de la democracia, pero su idea es una democracia tutelada, con un voto restringido y una participación marcada por los intereses del capital.

Por esa razón, en el período de transición hacia el socialismo, la lucha por la democracia popular entre las reivindicaciones inmediatas es obligatoria para los verdaderos marxista leninistas.

La lucha en defensa de las condiciones laborales, el salario, jubilación, pensiones, el cumplimiento de las leyes favorables a los trabajadores, los principios de participación, la defensa de la salud, los servicios públicos, el control obrero de la producción, tienen que estar junto a las luchas por el cambio político revolucionario estratégico, la liberación nacional, el socialismo, la alianza obrero, campesina y comunal, la democracia popular, en el programa del proletariado.

La democracia popular se plantea algo muy diferente a la democracia burguesa, se plantea promover la verdadera participación no impedirla, sus principios son: una persona un voto, no la representatividad ni la postulación;  elección a base de un programa y un equipo de trabajo, no una publicidad pagada individual; un historial de entrega que gana la confianza, no la compra de votos; la revocabilidad en cualquier momento, no la designación de un burócrata; la crítica y autocrítica, no la revancha; la discusión abierta en cada nivel organizativo, no el amiguismo; la compartimentación de acuerdo a la responsabilidad,  no el secretismo de cúpulas; la decisión por votación directa y una vez tomada la decisión por mayoría con suficientes argumentos, el respaldo de todos a la decisión; el derecho a disentir y argumentar las posiciones para las correcciones oportunas.

La democracia popular es la forma que el proletariado asume para dirigir sus organizaciones y para llevar sus procesos.

La burguesía recurre al voto censitario, restringido, a la postulación u otros métodos para mantener el control de las decisiones en manos de las capas que controlan el poder, el proletariado está en la obligación de presentar una alternativa ante esos métodos, porque allí también se expresa la lucha de clases y representa la confrontación ideológica.

Siempre, en cualquier circunstancia, el proletariado debe defender sus posiciones y aplicar los principios de la democracia proletaria.

Después de realizar las críticas y debates correspondientes, como corresponde a la vanguardia proletaria a los marxista leninistas, fijar posición sobre el problema de fondo para pasar a evaluar la forma específica que adquiere, y de allí analizar el momento político para movilizar las fuerzas en el sentido que más favorezca las posibilidades de avance revolucionario, nunca pretender ubicarse en una inexistente neutralidad.

La participación de los trabajadores en la lucha política es también una vía para la formación política y para construir un liderazgo de masas, siempre sobre la base de principios revolucionarios.


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