martes, 11 de septiembre de 2012

Editorial Acero Revolucionario N° 18, septiembre de 2012

Órgano interno del Comité Central del PCMLV

   La campaña presidencial va tomando calor y permite evidenciar las intenciones de la burguesía más radical: Culminar el plan que no pudieron completar en abril de 2002 cuando el pueblo logró activar mecanismos que le permitieron a Chávez retornar al gobierno 47 horas después de ser defenestrado por un golpe militar reaccionario del alto mando militar y FEDECAMARAS, con la planificación de los gobiernos de EUU y España. De aquella fecha a hoy los reaccionarios han aprendido bastante, acumulando el suficiente odio de clase y fuerzas para actuar de forma más violenta contra el pueblo, contra todos los revolucionarios una vez que se decidan a actuar. 

    Su intención se corresponde con los objetivos de clase de la burguesía, con los intereses estratégicos del imperialismo y con las naturales consecuencias de la crisis general del capitalismo; las guerras y revoluciones se colocan a la orden del día, la lucha de clases se agudiza, por lo que es previsible un mayor nivel de confrontaciones a nivel mundial, que no descarta agresiones a ningún país, y menos aún a los petroleros, que poseen uno de los recursos más necesarios y apetecidos por los capitalistas para mantener el sistema en funcionamiento. 

    En el caso de Venezuela son evidentes las intenciones de la derecha de iniciar un nuevo ciclo de acciones contra el gobierno, que no descartan la utilización de la violencia, el paramilitarismo y los llamados a sectores militares, parte de su arsenal, mientras que por ahora persiguen, como primer paso, meterse en los barrios, denunciar las debilidades del gobierno, acortar la brecha electoral con Chávez y preparar las condiciones para denunciar la existencia de fraude y dejar un gobierno deslegitimado, en un plan de mediano plazo que se completará con los resultados de las elecciones de gobernadores, ya que es evidente la debilidad de los candidatos chavistas en algunas regiones, especialmente por su alejamiento de las bases populares y la forma impuesta de designarlos.