jueves, 20 de octubre de 2011

Editorial Acero Revolucionario N° 11, Septiembre 2011

Órgano interno del comité central PCMLV

   El capitalismo en su fase superior (imperialismo) continúa en su proceso de descomposición, sus normas y leyes son violadas sin miramientos por ellos mismos, la superestructura “legal” montada al final de la segunda guerra mundial ya no les sirve a sus fines. Es tal el efecto de la crisis, que los tratados, acuerdos y organismo internacionales pasan a ser un estorbo para las medidas que necesitan implementar “para salir de la crisis”, según su lógica explotadora. 

   En cada uno de los países y en el control del gobierno mundial, las estructuras de la democracia burguesa comienzan a entrabar el verdadero gobierno, el de las grandes corporaciones monopólicas. Estas aplican medidas para tomar el control de forma directa, aunque tratando de mantener el discurso de los derechos civiles, no es otra cosa que lo ocurrido en España con la modificación constitucional, o de forma más cruenta en Libia, donde las grandes corporaciones se están repartiendo los pozos petroleros, las refinerías y contratos de “reconstrucción”, como lo hicieron en Europa oriental, Irak, Afganistán y como lo están haciendo en el resto del Magreb y lo harán en otras regiones, esto apenas es el inicio de la ofensiva imperialista ante las reales amenazas contra su sistema económico-político de dominación que se encuentra en profunda crisis. 


   Estas situaciones, propias de la crisis general de la crisis general del capitalismo, van prefigurando la tercera etapa de la misma, con expresiones económicas, políticas y sociales inocultables, pero además con graves consecuencias para los trabajadores y los pueblos que van perdiendo sus derechos ante una inmensa arremetida burguesa.

   Ante las movilizaciones populares, en África del Norte y Europa, el avance de proyectos socialdemócratas y de izquierda en América Latina, la ola de protestas de sectores pequeño-burgueses y sindicales, la radicalización de la juventud y la mayor actividad de las organizaciones verdaderamente revolucionarias, en especial de carácter proletario, la dirección imperialista actúa antes de verse arropados por estas expresiones de descontento y de lucha, provocan y aceleran la descomposición para tratar de imponer su proyecto autoritario de estilo fascista, para lo cual el terror, la droga, lo negocios ilícitos, la desesperanza, las sectas religiosas juegan un papel muy importante. 

   Van creando un clima de temor ante el futuro, de miedo ante el porvenir, propicio para la implantación del modelo capitalista fascista, que pueda controlar la agitación de las masas por medio del sometimiento y la violencia para poder imponer las medidas de ajuste. 

  Estamos a las puertas de una etapa de mayor agresividad imperialista que sin dudas provocará movilizaciones populares y violencia, en una escalada directa hacia el intento de imponer el dominio unilateral burgués, dejando a un lado la hipocresía de su “democracia burguesa” para entrar de forma directa al fascismo. 

   Para los revolucionarios, especialmente para los marxista-leninistas, esto no es algo desconocido, nuestros clásicos y nuestra experiencia teórico práctica dan cuenta de estos fenómenos durante la primera y la segunda etapa de la crisis general del capitalismo, pero también nos dan referencias de cómo enfrentar este período, que será de guerras, y también de revoluciones, donde lo más importan es fortalecer las organizaciones de lucha del proletariado. Sustentarse en la acción de las masas revolucionarias, en la alianza obrero-campesina, atraer otras capas descontentas y asumir la necesidad impostergable de la conquista del poder político para romper con las relaciones de producción capitalistas. 

   Las situaciones de violencia promovidas y estimuladas por el capitalismo nos indican que viviremos tiempos complejos, la represión contra la clase obrara y los revolucionarios estará a la orden del día, para ello no faltarán excusas, desde la necesidad de sustituir los sindicatos por otras estructuras “modernas”, “flexibles” hasta el necesario “sacrificio por la patria”, los explotadores siempre han ideado formas de manipulación para tratar de engañar a los trabajadores, y cuando ya no les sirven, porque los trabajadores tenemos conciencia y no nos dejamos engañar, entonces recurren a la violencia descarada. 

   La violencia reaccionaria, fascista, debe ser respondida con organización y revolución proletaria, sólo así podremos verdaderamente salir de la crisis y construir un mundo de felicidad para las mayorías. 

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